lunes, 21 de febrero de 2011

El concierto




Hoy regreso muy contento del cine. El concierto (Rusia/Francia, 2009) ha sido una película en la que su escena final, la que muestro ahora, es una auténtica revelación de la gran fuerza evocativa de la música.

Y no es que colgar esta escena tenga la desagradable intención de arruinar la película para quien no la haya visto. Simplemente, es por el placer de que escuchen un poco de este exquisito concierto para violín y orquesta.

Buena película, buen concierto. Grande Chaikovski.

domingo, 13 de febrero de 2011

La sonrisa de María Cecilia (II)

Atenea siempre creyó que mi destino era largarme a Europa. Y así también todos los de la promoción de la facultad de Letras. Que era necesario que llegara y diera lo mejor de mí, que quedarían fascinados con mi talento, que de una u otra forma mi valía se demostraría sola y no les quedaría más remedio que quererme. Atenea siempre ha sido una gran mentirosa, los de la facultad también, pero en esto sí quise creer con todas mis fuerzas.
Una de las tantas veces que vino, pero sin Fritz, su esposo, pudimos darnos un lujo de los primeros ciclos en la facultad, ver el mar con una botella de bourbon. Y conversar hasta que el sol nos descubriera. Como sea, la última vez que pasó pude hablarle de María Cecilia, y ella tuvo la educación de escucharme sin interrumpirme, cosa rara en ella. Tanto silencio me preocupaba, así que la respuesta que recibí después no me agarró desprevenido.
— Olvídate de ella, Christian. Esa chica no es para ti.
Tendría sus motivos para decírmelo. Solo una persona que no la conozca y dada a los prejuicios diría que ella lo decía de celos. Pero estaba descartado. Ella no hablaba por celos. Lo decía por franca preocupación. Sabía, por lo que le conté, que eso no tendría mayor futuro que unas cuantas encamadas. Y de ahí, los mismos patrones de conducta: llamar, esperar, tomar, volver a llamar, tomar taxi, buscar, patear una puerta, recibir la respectiva golpiza de quien estuviera entonces acompañándola. Volver a tomar, llorar, vomitar. Y otra vez todo desde el inicio en un círculo vicioso del carajo.

miércoles, 9 de febrero de 2011

James en Lima el 30 de marzo

Hoy me topé con personas que no quería. Pero no importa. James viene a Lima y ya nada más importa.
El resto puede esperar.
Nos vemos el 30/03.

La sonrisa de María Cecilia (I)

El hecho de que empiece con la boda de mi hermano no es casualidad, aunque no sea la primera historia, cronológicamente hablando. Pero me es difícil establecer dentro de este episodio un buen punto de partida, algún punto de apoyo que justifique el resto de la historia. Algo que no me haga quedar mal, y que oculte mi verdadera naturaleza de un “hijo de la gran puta” (palabras textuales de mi confesor).
Puede que la lástima cause algún efecto positivo: La mañana del día anterior había sido rechazado para una beca para estudiar Literatür en la Universidad de Bonn. ¿Que por qué Alemania y no Francia? Weil ich Deutsch sprechen. Natürlich! Y porque viajaría tres meses antes de que iniciaran las clases para encontrar algún trabajo, ver el Fußball-Weltmeisterschaft, quizás visitar a Atenea (la musa negada e incondicional), que vivía felizmente casada en Suiza. Bueno, todo es se fue a la mierda cuando me dijeron que no.
Como siempre, mamá mantuvo su distancia, y, desde un inaccesible pedestal, dijo que lo sentía mucho, y que no debería dejarme abatir por un pequeño tropezón. ¡Ah madre! Este tropezoncito simplemente fue un pequeño desliz luego de tres años y medio de trabajo para enviar mi trabajo de investigación. (Si ya era un trabajo extenuante escribir una tesis sobre Roberto Bolaño, créanme que lo era mucho traducir mi propio trabajo de investigación del español limeño al más aséptico alemán de laboratorio.) Con él ánimo hecho trizas soporté la media hora en la que mi mamá gritaba delante de mí al sastre urgente —mi padre— que obligó a ajustar el maldito esmoquin que me quedaba bailando por los cinco kilos que bajé en el proceso abortado de beca. Lo aprovechará algún otro huevofrito de la universidad.
En fin, creo que me distraje demasiado de lo que quería contar: mi hermano se iba a casar. Pero la verdad, eso ya no me importa. Lo que me importa más es que veré por fin a María Cecilia. Ya la podré ver por fin.

domingo, 6 de febrero de 2011

Non-sense

Las razones por las que odio a los comunistas no son gratuitas. Hoy lo descubrí.

viernes, 4 de febrero de 2011

Newton Faulkner teardrops live (Massive Attack cover)

Este tío que ven aquí se llama Newton Faulkner. Es un músico inglés de 23 años con una gran habilidad para tocar la guitarra, a pesar de haber tenido un accidente en el antebrazo derecho, cuando se le rompió el radio y tuvieron que reconstruirlo con un metal. Su segundo disco, Reconstruido por humanos es lo máximo. Y no se confundan, lo que está sonando solo es la guitarra. Disfrútenlo. Está por dar un concierto gratuito en la tierra de Hans-Christian Andersen y de los hermanos Laudrup. ¿Alguna día vendrá a la tierra de Mario Vargas Llosa y de los hermanos José y Jorge "Camello" Soto?

jueves, 3 de febrero de 2011

Minutos antes de las ocho...




Reacciono. Cierro el libro que tengo y casi a ciegas manoteo a la gente para poder salir de la coaster, o del bus. Como un salmón, nado contra la corriente tibia de alientos mañaneros y digo: "Bajo en el parque, por favor". El 'cobra' me pide que pague con 'sencío'. Y bajo. Recibo mi primera gran dosis de esmog y avanzo por la Colmena. A veces, si he bajado una cuadra antes, en Apúrimac, le doy la vuelta al que fuera el edificio del Ministerio de Educación y ahora es la Corte Superior de Lima.

El olor a meado del teatro Felipe Pardo y Aliaga ha sido reemplazado por un fuerte olor a cloro. El parque que tiene la cara de un personaje aprista y literato parecido a Droopy está cerrado. En la esquina que da a la puerta de entrada del personal de la Corte, los emolienteros son pulpos sirviendo los panes con lomo, torreja y la linaza. Los taxis pasan lentos. Bajan personas apuradas, a medio peinar.

Mi caminata es de dos cuadras. A diferencia de las competiciones olímpicas, no hay mesitas con vasos de agua o rehidratantes para los competidores, que somos varios. Los que corremos a uno y otro lado de la avenida. Nos detiene el semáforo del Metropolitano. Un lustrabotas señala mis zapatos. Parece que los acusa de un crimen que no cometieron. Un loco revisa su reserva de proteínas en sus falsos drets. Parece que ya obtuvo su desayuno. Más emolienteros. Una señora vende huevo, papa y choclo. La policía de tránsito habla por el celular (con el handsfree) y mueve un brazo como los gatitos que descansan en los mostradores de los chifas.


Cambia la luz y la gente cruza Lampa. Muchos ya llegaron a su destino y marcan su entrada. La gente sale presurosa de la estación del metropolitano. Una marcha de fonavistas malogra la atmósfera de las ocho de la mañana. Algunos entran al parque del Banco de la Nación (lo que era el local que voló en julio del 2000) y se sientan a conversar sobre tantas cosas. Detrás, los edificios, acumulados arbitrariamente década tras década, paracen cosas viejas que alguien olvidó sobre una mesa. La quincha se mezcla con el concreto. Las ventanas de los edificios que rodean la plaza San Martín parecen darle la espalda a los aluminios de las ventanas menos viejas. La pátina del tiempo las cubre. Esa pátina se llama esmog.

Yo mientras me sirvo la primera taza de café.

Michael Jackson Pepsi Generation

La década de 1980 nos dejó muchas cosas. Entre esas, este comercial de Pepsi, el que en verdad no recuerdo si llegaron a pasarlo aquí, pero hay caras conocidas para cualquier que haya visto la tele a fines de esa década e inicios de la siguiente. A ver si ustedes los pueden identificar.