domingo, 11 de noviembre de 2007

Nada de dones por este año

A diferencia del pasado mes de octubre (de 2006), este año no hubo don Giovanni, ni Don Omar, ni mucho mi queridísimo don Vito Corleone (claro, mucho menos, Don Gato y su pandilla, pero me estoy alejando mucho del relato). Este año Mozart otra vez, este año Die Zauberflöte.

El Segura lucía lleno, hasta la cazuela, donde estuve, estaba repleta. Sí, cazuela, ahí donde las arañas tienen sus palcos y donde las ratas cultas del antiguo teatro se congregan a recordar tiempos mejores de la lírica peruana. Una de ellas, indignada, mientras sostenía su monóculo (que no tiene nada que ver con monos potones), reclamaba por el mal estado de algunas de las butacas y por la doble numeración que originó malestar en algunas de las butacas.

Coincidiré con mucha gente en afirmar que lo mejor de la noche (faltaba más), fue la Reina de la Noche, cuyas preciosas arias fueron muy aplaudidas. Difícil interpretación, Mozart escogió para este papel una de las notas más agudas del registro de las sopranos. Lamentablemente, quienes no estuvieron a la altura fueron los protagonistas, Pamina y Tamino, los que, teóricamente, debieron representar el triunfo del más puro amor sobre las cosas terrenales (y todo mezclado con una fuerte tendencia masónica), no "elevaron" mi alma más allá del nivel de la cazuela, ahí donde había una familia de roedores muy culta que me hablaba en alemán.

En fin, lo mejor: Papageno, y Papagena, su encuentro, emotivo y tierno, lo mejor de toda la noche, donde la orquesta en verdad estuvo bastante tibia. Espero que para el próximo año se monten el Fidelio de Beethoven, o alguna otra del maestro Mozart... ¡Muerte de Donizetti! jejeje.

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