sábado, 21 de julio de 2007

Memorias turbias

Tengo un amigo, llamémoslo Felipe. Él tiene casi la misma edad que yo y, como todos los de nuestra generación, salvo muy extrañas (y tristes) excepciones, también veía la Serie Rosa.
Perdón, ¿no saben cuál es la Serie Rosa? Bueno, no seré yo quién se los diga y tampoco les diré sobre toda la influencia que ha tenido en los ahora jóvenes peruanos de entre 25 y 30 años. No. Solo me permitiré contarles la historia de Felipe, que, sin duda, es la historia de miles de jóvenes que, durante la dura década de los noventa, creció, maduró y comentó los lunes a la mañana, en plena formación del colegio, el último capítulo de la Serie Rosa de la noche anterior.

Felipe, cursaba, así como yo, el primer año de secundaria. Su cuarto quedaba frente al cuarto de sus padres. Su padre, por las noches, tenía que ir a trabajar, hacía la guardia de noche en una empresa y su mamá quedaba siempre durmiendo en su habitación, que quedaba al lado de la habitación en donde, en su casa, habían puesto la única televisión HITACHI de perilla, una vieja tele de la misma edad que él.

Como su papá se iba a trabajar hasta el amanecer, trataba de distraerse un poco viendo televisión mientras se aceraba la hora de largar al trabajo. Mientras Christian, perdón... Felipe, sigilosamente lo espiaba hasta que su padre se despedía, echaba llave a la puerta de la calle y se zambullía en el fresco de la noche para irse a trabajar.

Ese era el momento que Felipe aprovechaba para colarse de puntillas hacia la biblioteca de su casa, donde estaba la televisión, y con mucho sigilo la prendía, ponía canal 13 y se soplaba con el corazón en la mano el resumen de goles de «Goles en acción» (¡Grande, Julio Menéndez!) esperando a que, celosamente, el secreto de la Serie Rosa fuera compartido con él también.
Sin embargo, ese mundo de fantasía e ilusión una vez, y para siempre, le fue negado. Ya atento a la salida puntual de su papá, esperaba ansioso a que su mamá quedara profundamente dormida para colarse (otra vez) de puntillas hacia la biblioteca y prender la tele para ver a Penélope Cruz en ese célebre episodio de "Ella y yo", más conocido como "La esposa del panadero".

Esa vez no sería como las otras veces. Esa vez su mamá no estaba dormida. Se puso a ver tele hasta cerca de la medianoche. Felipe entró en un coma nervioso. Esa noche no vería a Hércules a los pies de Omphale, no sabría de los efectos de la mandrágora sobre la infertilidad, no se enteraría de lo floridas que estaban las ventanas del París de mediados del s. XIX. Su mamá estaba viendo, para su mala suerte, alguna película aburrida de la Última función del canal 2.

Cuando por fin ella se fue a dormir, la medianoche ya había sido marcada por los relojes. Sudando su propia desdicha, él, descalzo, aguardaba que Morfeo fulminara a su mamá para dirigirse raudo hacia la tele. Sin embargo, ella se despertaba al más mínimo ruido que detectaba. Y por más que él fuera rampenado, algún imprudente crujir de la madera, provocaba la pregunta: «¿Felipe?»; y él: «Estoy dormido, mamá», desandando lo ya avanzado. Y como todo espíritu joven, inquieto y crédulo, creyó que por más que fueran ya las dos de la mañana, ya dormida la mamá, terminada la batalla y ya muerto el combatiente, luego de dos horas de angustiante espera, la Serie Rosa aguardaría por él, que el secreto no se había esfumado de la pantalla. A seguir rampeando se ha dicho.

Y llegó, con los codos y las rodillas sucias a su televisor de perilla que marcaba el canal dos, perilla que cambió muy lentamente, un canal cada cinco minutos, hasta llegar al trece... "Guardad, guardad...".

No pudo guardar nada: Benny Hill bailaba como un imbécil en su televisor. Detrás de él, su madre le gritaba que qué hacía levantado casi a las tres de la mañana. Tenía que dormir para ir al colegio. ¿Qué pretendía ver en la tele tan tarde?
-Benny Hill, mamá. Es una pena que lo den tan tarde.

Posdata: Guardad celosamente el secreto de la Serie Rosa. Contadlo solo a los que améis, y acudid con ellos a esta cita. Que la noche os osea propicia
[Frase burdamente plagiada por Agatha Liz]

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pucha, de verdad q' tu historia me hizo recordar mi chiquititud de cuando tambien me escondia con mis primas para ver la Serie Rosa...
Gracias por las memorias.
La limenita!

Reo Libre dijo...

De nada, limeñita.

Alejandra Quintero Rendón y El Diván Rojo dijo...

Me encanta que haya un blog dedicado a esta serie, pues yo también fuí seguidora de ella. Te invito para que visites el Post que hice sobre La Serie Rosa en mi Blog: http://www.eldivanrojo.com/2007/10/recordando-la-serie-rosa.html

Saludos colombianos

KRAVEN dijo...

Esta serie erotica es de Nostalgia, el episodio que mas recuerdo es el invernadero un romance entre la sirvienta de una casa y un joven panadero del pueblo pues gracias a ellos un matrimonio reaviva el fuego de su pasión.

Saludos a todos, por favor alguien tendria la amabilidad de subir toda la serie en audio español o español latino y si pudieran dar información sobre la otra serie erotica que daba a continuación de la Serie Rosa llamada "Chicas de la Oficina"