martes, 2 de mayo de 2006

A ritmo de "salí con tu mujer"

Hoy, una vez más, he despreciado profundamente el Derecho. Esa lasciva práctica de los hombre de la formalización de la hipocresía, el arribismo y el oportunismo. Odio mi trabajo, pero lo necesito. Me siento como Hugo Chávez cuando le vende petróleo a Estados Unidos. Mis ideales inocentes de Paramonga fueron destruidos por cinco años por la más pestífera cloaca de las alcantarillas de la sociedad. Qué pestilencia la que expide esa facultad putrefacta.
El mundo te exige una mutación, una evolución para la supervivencia social. Muchas personas ven esto como una oferta y desprendimiento de los principios humanos más básicos. Atingencia: no prentendo defender moral alguna o misticismo mordaz. Solamente quiero decir esto: LOS ADULTOS SE HACEN FALSOS. Eso es evitable para muchos. Para los abogados, es su manera de subsistir. Eso hace repudiable a esa raza. El mundo actual es un mundo oportunista y ruin, por eso es que en nuestro medio las nuevas universidades (que de universidad tienen lo que yo de monje sátrapa lapón) se procuran un nido de ratas de ese calibre. El Derecho, como lo que es -Iusfilosofía, que da fundamento y sustento a las leyes que deben regir el comportamiento de los hombres-, está muerto en las universidades. Se entiende actualmentepor el ejercicio del Derecho la utilización más descarnada del criollismo más vulgar. Robo sistemático.
Llegó un momento en mi vida en la que me di cuenta que estaba perdiendo el tiempo leyendo a los grandes pensadores del Derecho, porque un tinterillo puede ganar un caso si conoce o tal o cual secretario. Empecé a asquearme de lo que había hecho de los últimos seis años de mi vida. Me causó tal repugnancia que decidí alejarme antes que temrine de sofocar al hombrecillo de buenos sentimientos que yacía en mí (aunque parezca cherry, así solía ser yo). Afloró lo peor de mí y se maximizó a tal putnoq ue suie en un momento casarme con una abogada y dejé incluso de escribir.
Me hace sentir mal ahora que tenga que depender de una chamba jurídica para concretar un sueño que he abrazado con mucha pasión. El Derecho ahora me tiene que servir para dejarlo tranquilo para que él pueda dejarme tranquilo a mí después. Repudio el Derecho tanto como la Política, repudio a la gente que se dice jurídica porque no es más que una sarta de miserables. Maldita sea la hora en que marqué el recuadro que me llevó a ese pozo de estiércol.
Bien por aquello que pueden avanzar en esas empozadas aguas verdosas por lo viejas, que pueden salir de ese marasmo horrendo y hacerse de ese alicaído oficio.
Yo, por mi parte, los felicito a la distancia. No me pidan volver porque, seré mártir de mis convicciones, pero no cojudo de convicciones ajenas.

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