miércoles, 3 de mayo de 2006

3 de mayo

Rafa es un buen amigo. Lo conozco desde que él tenía cuatro años y yo cinco. Nació un tres de mayo y sigue siendo el mismo delgaducho y enjuto de siempre. Parece tan frágil que se romperá con el viento. No sé cómo exactamente lo conocí. El recuerdo más antiguo que tengo de él se remonta al año 1987, supongo, cuando él estaba de visita a unos familiares en Paramonga y lo invitamos a jugar en mi casa. Esa tarde rompió unos de mis Transformers. Hace poco, cuando estuve en su casa, me dijo que no lo hizo a propósito: "si quería jugar con él, ¡cómo lo iba a romper!". Pese a eso, no me molesté con él y siempre mantuve en pie la invitación para que volviera a mi casa. No volvió. Menos aún cuando en 1989 le increpé su actitud tirando al suelo la naranja que comía en el refrigerio. -¿Ahora qué voy a comer? -me increpó entre lágrimas. Claro que luego le dio las quejas a su hermana July, que es mayor que yo por un par de años. Duro golpe. Rafael Ríos Aquino: el amigo que estuvo en esos "peores momentos" de la adolescencia tortuosa. Compañero de teatro, de vida, de encierro escritural (sí, esas vergonzosas poesías de secundaria).

No volvimos a tener mayor contacto hasta cuatro años después, cuando fuimos rivales en un concurso de mimo en el colegio. Mi grupo quedó en segundo lugar; Rafa ganó limpiamente la contienda. Al año siguiente, en agosto, pertencíamos a los "calichines" del grupo del teatro de nuestro colegio. Ese mismo año fue nuestra primera gira. Con el FESTEA '94 nos fuimos hasta la segunda etapa regional que se realizó en Sayán, con una pequeña adaptación de una fábula de La Fontaine. Ese año, yo hice de un león autoritario y mediocre, él de mi chacal y ayayero. Sin embargo, en la realidad, esa "unión" fue eso o mucho menos por la injerencia de una niña, que ni bonita, pero nos cautivó. Y causó entre los dos una pelea que a estas alturas de nuestras vidas para por una de esas cosas ridículas que uno recuerda entre carcajadas de vergüenza.

Pese a que éramos siempre los fijos en cuanta presentación del grupo de teatro hubiese por ahí, nuestra lejanía no cesó del todo hasta el año 1996, cuando él amenazó con hacerse un Demian. La influencia de Hesse ya se sentía en él. Las discrepancias religiosas empezaron entre nosotros. Sin embargo, eso no melló en nuestra amistad. Ambos teníamos unas ideas intransigentes, innegociables e inflexibles. El FESTEA reapareció al año siguiente, y ganamos, pero no fuimos. Nos suspendieron un año por no haber participado en la regional pese a haber clasificado. Ese año volví a vestirme de león, y Rafael se volvió a vestir de gris: Yo era el león cobarde y él el hombre de hojalata. Luego, dos años después, hicimos de judíos. Nos dimos cuenta que estábamos en quinto de secundaria cuando ensayábamos una parodia a nuestros profesores por el día del Maestro. -San Marcos, Christian. San Marcos es la voz. Ya deja de pensar en la UNI. -ese día fue la graduación. Ese día terminaba todo un ciclo. Y hasta ahora, recordando todo esto, no puedo recordar cuándo fue el primer año que celebré con él su cumpleaños (3 de mayo, como ya dije antes). Lo cierto es que Rafael estuvo ahí cuando todo se hacía pesado e insufrible. Estuvo cuando la tradición del "Muro de los Lamentos" empezó, y también estuvo cuando esta murió a punta de brochazos de pintura amarilla.

Este año, cuando fui a su casa, lo encontré enfermo: él, como siempre, tan frágil. Amenazó con enseñarle a mi amada Virginia las horrorosas fotos de mi infancia. Es bueno que ahora, retomemos el contacto que mis malas juntas hicieron que perdiera. Rafael y yo hemos tenido muchas más diferencias en nuestra vida. Pasamos casi los mismos momentos de paranoia y dolor y hemos llegado a adultos, casi con las mismas convicciones. Casi. Pues siempre nuestras diferencias han podido más. Eso jamás ha deteriorado nuestra amistad. Nos hemos visto muy poco luego. yo he cambiado radicalmente de rumbo y él sigue llamándome a la casa a ver cómo estoy y yo sigo recordando el tres de mayo como el cumple de Rospi (apodo escolar).

Debe estar recuperándose de la gripe que lo tumbó esa vez que lo fui a ver a Barranca. Si no es así, Rafa, descansa en tu cama mientras yo te canto el Happy Birthday.

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