lunes, 1 de mayo de 2006

De Barranca a Paramonga, con la neblina de la carretera

Tu amor me da brillo; tu aliento, el calor y la confianza. Y es contigo todo tan perfecto que parece ensayado, sincronizado en una coreografía de miradas y palabras que se escapan de bocas trémolas. Ahora, que te he tenido tan cerca, que sentí tu corazón latir al ritmo del mío, así como siento que caminas con mi mismo pie sea donde sea que yo ande o donde sea que estés tú, me detengo a admirarte en esta noche extrañamente nublada mientras caminamos por las calles de Barranca. Una vez más me pierdo en el verde profundo de tus ojos.
Preguntarme cómo llegaste a mi vida ya parece un delito, un pecado innecesario, si al fin y al cabo ya estás aquí. Y si pides una torta de chocolate con una bola de helado de vainilla, yo me pido una torta helada con una bola de helado del mismo sabor. Qué placer, qué felicidad siento al ver tu rostro y la satisfacción de comer un poco del sabor provinciano que nos ha dado la bienvenida por primera vez. "Amor, donde estés tú, ahí será mi casa". No es usual la neblina en el mes de abril, querida, pero ahora toda la pronvincia está cubierta de un manto nublado que humedece hasta los corazones más secos. Cucharada a cucharada, la conversación cambia de un tema a otro y no se marchita tu sonrisa, la mía en la tuya se alimenta. Y me dices que porque soy tan lindo, y te respondo que será que tú eres la linda. Y una cucharada más de torta helada. ¿Será posible tanta felicidad? ¿Y cómo será luego en Argentina? ¿Desde tan lejos, seguiremos llevándonos el paso? Te tengo fe porque me tienes fe. Por eso creo que el tiempo nos depara retos tan grandes que hundirían a un alma enclenque, no a ti, no a nosotros que nos amamos infinitamente. La lejanía es pasajera, ya lo sabemos. Tú llegarás -Dios mediante me iré con buenos amigos, Dios mediante me iré- a mis brazos y me encontrás cuando tú tengas el pie derecho en tierra, mi pie izquierdo estará suspendido de felicidad.

Y ya es tarde amor, la neblina hace muy frío el ambiente y es necesario ir a descansar a casa, que queda muy lejos de Barranca. La lancha vieja en la que nos embarcamos nos zambulle en la Panamericana Norte que nos lleva a aquel pueblecito provinciano y olvidado que me vio nacer y que nos vio amarnos como si mañana fuera el último día de nuestras vidas. Cierro mis ojos, doy gracias a Dios que existas, pues parecía que sólo en mis sueños estabas. Tú haces lo mismo sin que te lo pida. Es que estamos tan sincronizados que hasta me da miedo saber que cuando te pienso, tú ya me pensaste.

No hay comentarios.: