sábado, 22 de abril de 2006

Reflexión de boleto a mediodía

Hace ya un buen tiempo vengo gozando de las delicias de la vida: amigos, familia, trabajo, amor. Todo se encamina hacia un camino aparentemente estable, firme, en ascenso. Sin embargo, ¿cuánto podría durar algo así en este cambiante país, cuyo semblante cambiará inevitablemente el día 28 de julio de 2006? Al margen de eso, en el Perú de ahora, e imagino que en aquel Perú que nos espera también, las vocaciones que no van acorde con la orientación globalizacionalista (disculpen el neologismo) de nuestra pésima educación están destinadas a morir, como quien dice “con todo y perro” (¿recuerdan el dicho “Muerto el perro, muerta la rabia”?). Para quien se siente destinado irreparablemente a lucir el estigma de los pocos inadaptados a este modelito enraizado en nuestra sociedad.

Dicen que aquí, en nuestra querida Latinoamérica, autóctona y salvaje (con el perdón de un tal Chocano), hay talento para exportación. Mucha gente tiene el bicho literario metido en la sangre y se somete a la voluntad de este mortal virus sin la menor de las resistencias. Sin embargo, está ya muy propagado el antídoto a tan sublime enfermedad: realidad-tercermundista forte 1000 mg. Cuántos talentosos jóvenes sucumben ante una realidad que se les muestra fea y ruin. Que les hace abortar vidas mejores por el simple y fatal destino inexorable a todos los hombres: sobrevivir.

Muchos habrán de empezar el camino, ¿cuántos habrán de terminarlo? Son contados y los dedos de la mano sobran. Los más de ellos, por no decir todos, han tenido que tragarse muchas vergüenzas y sinsabores. Correr el riesgo de ser vistos mal en sus casas –si es que su situación económica no es holgada– pero, son riesgos que una vocación tiene que aprender a digerir y asimilar. Muy pocos organismos tienen un buen metabolismo para poder hacerlo sin muertos ni heridos.

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