sábado, 15 de abril de 2006

En el delirio de la inactividad

Este fin de semana pensé que podría terminar algunos proyectos que he dejado a la mitad. Pero, no fue así. La mediocridad, la primera que te sopla las cosas al oído, me tentaba para echarle la culpa a los demás: la culpa la tienen tus amigos, que te llamaron para salir, estuviste mucho tiempo fuera de casa, etc. sin embargo, muy a mi pesar, la realidad es otra muy distinta. Parece que la inspiración me es esquiva. Y la disciplina también, así que el problema se duplica. ¿Qué puede ser peor para un escritor -dejando de lado por un momento el tema del talento- que verse abandonado por la inspiración, o abandonándose a una serie de actividades distintar a la escritura o la lectura? Ciertamente, es un tema muy delicado, pues se toca una fibra muy sensible de la vocación. La vocación se alimenta cada día, y no solamente con el autoconvencimiento de que "me gusta escribir" sino también dedicarle a este ejercicio el tiempo suficiente que el perfeccionamiento necesita. Un escritor no puede considerarse como tal si no tiene textos que lo respalden. Yo puedo considerarme uno, vivir como uno, sufrir como uno, pero, si no tengo algún texto que ya esté más o menos terminado y que ya se pueda presentar tentativamente a un concurso o a una editorial interesada, ¿de qué serviría tanta ruido sin nueces?
Esta Semana Santa logré escribir algo: un pequeño cuento destinado a un concurso local cuya fecha de vencimiento está pronta a llegar. Lo tenía ya avanzado, una idea vieja en la que iba a aplicar un técnica que no había aplicado antes en ese escrito. Por uno de esos desperfectos que no logro entender, la computadora se cuelga y yo -oh, imprudente de mí-, que no había grabado los cambios en el archivo, perdí toda la información que ahí tenía. Lo peor vino después, cuando me vi incapaz de volver a escribir esas líneas, que antes del accidente las estaba escribiendo con un interés voraz que no me dejaba mirar tranquilo otra cosa que no sea el monitor en donde chispeaban las letras de la hoja del procesador de textos.
Pues bien, es la disciplina aún ausente que me juega estos malos ratos. Esta apatías que se prolongan por días, por semanas.
Supongo que pronto saldré de esto. con una buena idea para un cuento ojalá.
El tiempo lo dirá.
Espero que no tarde la respuesta.

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