miércoles, 2 de junio de 2010

Todos vuelven

He dejado la vieja casa de Pando y he vuelto a vivir con mis padres. Mi hermana Adriana vivía aquí con ellos, pero ella ahora está en Italia. Me he mudado a su cuarto y la primera predicción es que mi alergia al polvillo de los libros y a la humedad será mi gran azote “en esta habitación” (homenaje a Libido), sin contar que es tan pequeña que no sé dónde pondré el resto de libro que no he podido acomodar en mis improvisados estantes. Se me ha prohibido fumar, lo que ya es un problema, y tengo que ingeniármelas para sortear el escritorio y no tropezar con mi lamparita que ahora la puedo mover entre su posición en la ventana y mi silla de abuelito y la nueva mesita de noche que tengo.

Estoy feliz.

Mis papás son personas mayores, así que la mayoría del tiempo, ellos gritan para comunicarse. Hace mucho tiempo yo tenía ese problema y no me daba cuenta. Claro, yo no soy una persona mayor. Cuando tuve que compartir habitación (espacio vital) en la Argentina me hicieron advertir este hecho, y aprendí a controlarlo. Llevo más de dos años de silencio, de hablar conmigo mismo, de no cerrar la puerta del baño, por el simple hecho de que mi baño no tenía puerta, de convivir con mis ideas, mis demonios, mi desidia sin compartir sino con las esporádicas visitas que tenía. Convivir con gente que quiero se ha convertido en un nuevo reto.

Veremos lo que pasa...

No hay comentarios.: