
Y olvidadizo, pues ya no recordaba la ruta hacia el Norte. Los desiertos y la gente de carretera, los vendedores de comida de lo

Pero mi viaje a Paramonga de romántico solo tuvo unos cuantos minutos, porque cuando comprobé que lo que conocía seguía en lo mismo, solo que desgastado o habia cambiado, y para mal, todo volvió a ser como los anteriores viajes que me llevaron de regreso al pueblo que me vio nacer. Aunque ver a mi familia ahí, quemándose con el sol y pasando bonitos días de verano todos juntos me hizo creer que era la misma Paramonga de siempre.
Sin embargo, los ecos de las paredes vacías de mi casa me recordaron que casa ya no es mi refugio de los días de colegio, mi castigo los fines de semana, mi palacio cuando dibujaba, que ya no era el hogar de 1998, que todo estábamos ahí de paso, que todo era ya impersonal, aun estén los simios ahí. Eso sí, me alegra que los primates ya conozcan Paramonga, y que sepan algo del origen familiar. Ojalá disfruten su semana allá.
Por mí ya no me preocupo, lo tengo claro: la Paramonga que quiero solo habita en mis recuerdos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario