jueves, 17 de enero de 2008

Si te animas...


... a leer la más reciente novela de Bryce (aunque sería válido también decirle la última, aunque nunca se sabe), quizás, como yo, que no soy un seguidor fiel de este escritor, veas a un Martín Romaña manoseado, avejentado y con los bordes ya desgastados de lo mucho que ha sido utilizado. La fórmula del personaje despistado, quizás a imitación de un Woody Allen local, atormentado por su vida que se le va escurriendo sin ningún control y enamorado de una mujer hermosa lejana, mucho más lejana cuando huye espantada, ya no surte más efecto.

La capacidad que un escritor debe tener para reinventarse constantemente creo que en Bryce no existió, al menos sus últimas novelas lo demuestran así. Por el contrario, un extraño giro han marcado sus últimas menciones en la prensa local, en ocasiones no exentas de escándalos y críticas lapidantes, tanto al escritor como a la persona.

¿Qué intentó hacer Bryce en este texto? Uno se pregutna esto desde que cae en cuenta que el personaje aludido en el título del libro prácticamente desaparece antes de que crucemos la página 100. ¿De qué obras infames nos habla Bryce?, ¿del destrozo del departamento de Bienvenido Salvador Buenaventura?, ¿o de cómo el calamitoso estado de este inmueble va calando en el muy decadente ex abogado de elite limeño? No queda claro debido a que la línea principal del argumento de este novela se centra en el alcoholismo que, como una maldición arcana, sufrieron todos los Buenaventura, incluido este, Bienvenido, a quien su fatal sino lo alcanza en Barcelona, luego de haber dejado su exitosa vida jurídica atrás, intentando darle un giro de 180 grados, donde, penosamente, cae en las manos de Marambio (ojo: no confundir con Pochi Marambio), quien hace el papel de percutor que lanza al "último de los Buenaventura" a los brazos de Baco. Esta enfermedad que atormenta a Bienvenido (nombre que, quizás, quiera hacer alguna alusión a "Bienvenido, Bob" de Juan Carlos Onetti, autor de quien usa el nombre de otro cuento para titular la segunda parte de la novela, cosa que además hace con un cuento de Ribeyro y otro de Cortázar) no es causada por Marambio. Tampoco lo causa el estado calamitoso en el que quedó el departamento, ya que este, al fin, pudo ser reconstruido.

Toda la novela es un modesto (por la extensión) intento por ilar una historia amena y divertida, sin embargo, por muchos puntos que yo no podría expresar con claridad, no hace de este libro sino uno prescindible.

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