domingo, 17 de septiembre de 2006

Kilian Platzer: ¿peruano con europäischer Reisepass o alemán con D.N.I.?

Kilian Platzer es el alemán más peruano que he conocido. Pero, a decir verdad, es el único alemán que conozco. Pese a lo extraño que pueda sonar, a mi amigo Platzer lo conocí en una pollada organizada por nuestro amigo en común Richard Bringas que juntaba dinero para su bolsa de viaje a Londres.

Kilian, aquella noche de tragos y excesos, puso él solo casi una caja de chelas por su propia iniciativa. Cada vez que lo veíamos llegar con tres cervezas en la mano gritábamos "¡Deutschland, Deustschland, Deutschland!". Aunque en un principio lo miré con lejanía, desde los primeros intercambios de palabras, supe que era una persona con la que se podía hablar tranquilamente de cualquier tema, y que también entendía muy bien el español y el dialecto de los limeños. Cuando aquella noche acababa me le acerqué y grité la barrita que le habíamos hecho toda la noche, y pensó que lo hacía porque quería que el pusiera más cerveza.

Cuando fuimos a despedir a Richard al aeropuerto, él, como amigo de Richard, fue con nosotros. Ahílo pude conocer un poco mejor, más aún en las conversaciones que sosteníamos por el Messenger. Comprendía todo de una manera tan familiar, que entre los amigos nos preguntábamos "¿este tío es peruano o alemán?" Y no era para menos, a lo largo de los dos meses que lo he conocido, hemos hablad0 de "flacas", ha dicho "xuxa" por el Messenger, ha tomado una combi a la mitad de pista, ha comido en carretilla, ha usado otras palabras como "chupa", "pata", "otra nota", "Chimpum, Callao", "Puta madre, L6", "choros", etcétera. Incluso llegaba tarde. Todo eso fue sumándose como meritorio para que Kilian Lukas Werner Platzer Strauss se hiciera merecedor de su propio documento de identidad peruano (D. N. I.)


Y quizá por eso (y me refiero al hecho de que hablara tan similar a nosotros) se involucró tanto en nuestro grupo de amigos y en nuestros propios códigos y chistes: hemos ido juntos a comprar libros, a la universidad, a fiestas, a caminar, incluso hemos ido al Teatro Segura a ver "Don Giovanni", incluso compartido música, descubriendo así que nuestros gustos no estaban del todo alejados.

Hasta ahí, el "veintiunañero" Kilian parecía haber cumplido todos los requisitos para ser un peruano (olvidaba decir que vivió en Comas, compró en Gamarra y en Polvos Azules). Sin embargo, el requisito para ser uno más del grupo, la "bringueada" (imprudencia o como quieran llamarla), nunca creía que lo cumpliría:

Luego de una chupeta de amanecida en Lince por su último día en el país, Kilian Platzer se fue a dormir, luego a comer cebiche y a terminar de darle los últimos toques a su equipaje. Llegó al aeropuerto rodeado de todos los que los conocíamos y que nos podíamos dar cita en el aeropuerto para despedirlo. Nos despedimos, nos tomamos fotos y él se fue. Eric, Edgar y yo fuimos representando al grupo. Cuando él cruzó la puerta de embarque, nos entristecimos y nos fuimos cerca de la medianoche a buscar un chifa abierto. Sin embargo, terminamos comiendo en la casa de Edgar. Hasta que Edgar recibío una llamada de un teléfono público muy cerca de la una de la madrugada:

-Hola, Edgar. Disculpa que te moleste a estas horas.

Kilian había llegado tarde. ¡Dos minutos tarde llegó a su vuelo! Tanta despedida y tanto adiós lo obligaron a quedarse 24 horas más en nuestro país. Sí, señores: Kilian había perdido el avión, se había bringueado. Lo fuimos a recoger y no podíamos evitar que las carcajadas calentaran el quieto y frío aliento de la noche.

Ahora sí: Kilian era más peruano que cualquiera de nosotros. Pasamos el resto de la madrugada hablando con él y conversando hasta que salió el sol y yo regresé a mi casa para jugar básquetbol con mi hermano en Miraflores (mejor ni digo cuánto me costó el taxi para llegar a casa).

No es que lo quiera poco a mi amigo Kilian, pero ahora sí quiero que se vaya, que regrese a su país y -como ya se lo hemos dicho tantas veces- pervierta a la comunidad de Freiburg im Breisgau y a la lengua alemana con todas las cosas que nosotros le hemos enseñado.

Sabemos que la vida nos dará otra oportunidad de encontrarnos, ya sea aquí, en Argentina, en Alemania, en Armenia, o en otro lugar cuyo nombre no empiece con "A". Y mientras, para nosotros Kilian será un peruano que nació en Alemania o un alemán que ya parece peruano.

Gute Reise, mein lieber Freund!

Auf Wiedersehen!

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