Mostrando las entradas con la etiqueta Cumpleaños. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Cumpleaños. Mostrar todas las entradas

martes, 18 de septiembre de 2007

Acuérdate de los griegos


–¿Ya llegó, tío?

–No, Majito. Todavía no llega. Ha de estar muy ocupada.

–Pero yo la estoy esperando.

–Yo también, figúrate. La estoy esperando desde hace un buen rato.

–Ella me dijo que iba a venir.

–Ah… Yo no sé adónde ha ido.

–Ha ido a la clínica.

–¿A la clínica? ¿Qué hace mi mamá en la clínica?

–Me dijo que iba ir a cocinar, pero que solo se demoraba un ratito.

–¿A una clínica a cocinar? ¿Cómo tú sabes eso y no yo?

–Porque yo la escucho.

Pedacito de gente. Desde que tomo en serio las cosas que me dices me he dado cuenta que ya he acumulado muchas lapidarias tuyas, que no sé si serás consciente de que me las dices en momentos certeros y de una forma secreta y sentenciante, como si me leyeras una condena entre juegos y miradas risueñas. Quizás por eso es que me gusta conversar contigo. Aunque a veces no me digas nada. Y cuando busco, en esas raras ocasiones que me digas algo así como "la solución al problema del petróleo de Medio Oriente", solo me digas "No lo cambies: estoy viendo Los Padrinos Mágicos".


–¿A ti también te gustan Los Padrinos Mágicos?

–Sí, creo que porque es un cartoon políticamente incorrecto.

–¿Qué?

–Nada.

Veamos: Aquel año que llegaste a casa, te miré con desconfianza. Como quien ya sospecha que no eres un niño común y corriente. Ya con tus padres (por mi parte, y muy por mi parte) había firmado un soterrado armisticio. Sin embargo, tu mirada en pie de lucha y tu grito de batalla cada vez que te quería cargar me hicieron entender que no eras de aguantar pulgas.


–Hoy es cumpleaños de tu primo Eduardo.

–Sí, ya sé.

–¿Ya lo saludaste?

–Sí, lo llamamos al celular de mi tía Anita.

–Yo lo llamé a su celular.

–¿Eduardo tiene celular? A su…

–Figúrese usté.

–Yo el estuve hablando y de repente me decía 'se corta', 'se corta'… je, je.

–Sí, a mí también me dijo eso.

–¿Todavía no llega Mamá Mona?

–No…

Al parecer esta noche no habrá ninguna lapidaria, ninguna frase misteriosamente sesuda, de una sabiduría incipiente y profunda como una fosa abisal. No. Esta noche solo es mi sobrino que espera a que mi mamá llegue de una reunión para jugar con ella, a torturarla con juegos de medianoche, así como yo, hace más de veinte años, lo hacía con el Monopolio, jugando con ella, tirando los dados en su turno y en el mío, comprándole propiedades, que luego me las «usufrutaba», al mejor estilo Páramo. Así como él, le hace leerle los cuentos que ella también me leía a mí. El mismo interés, y hasta creo que la misma mirada reflejada en los mismos ojos de ella.

–Me voy a mi cuarto.

–Yo también, Majito, que tengas buenas noches.

–Recuerda… Recuerda…

¿Recordar? ¿Recordar qué? ¿Estaba ahí su lapidaria secreta, encriptada en una orden capciosa de mantener algo permanentemente en la memoria? ¿Acaso era algo así como lo que Darío le pidió a un siervo, que le recordara siempre a los griegos, que lo habían vencido y que debía siempre recordarlos para tomar venganza?... ¿Acaso me eligió como vicario de su revancha?

lunes, 6 de agosto de 2007

Ya son 25... Una autorreventada de "cuetes"

Señores: Reo Libre cumple el día de hoy 25 años de existencia, y no es que tenga muchas ganas de celebrarlo, pero a modo de "autohomenaje" quiere hacer un pequeño recuento de los acontecimientos más importantes de su vida año a año. O al menos de los más curiosos.

Aquí va entonces.

1982: echen paja

Evidentemente, nacer, qué otra cosa si no. El 6 de agosto, el último de cuatro hermanos. El último pujo, dijeron algunos. Que ni siquiera fue pujo. Mi mamá ya tenía más de nueve meses de gestación y yo aún no quería salir del vientre, de ahí viene mi afición por quedarme en cama durmiendo (o leyendo). El médico le dijo que yo ya tenía que dejarme de h... No, en verdad, el médico no le dijo eso, pero por poco. No estaba en posición y por eso a mi mamá le tuvieron que hacer una cesárea, así que abrieron a mamá como un melón para sacarme de mi letargo acuoso. Para mi mal.

1983: la primera fiesta

De esta fiesta... qué puedo recordar, no sean malos, cumplía recién uno. Pero de las fotos, puedo rescatar la imagen de Silvia, la chica que me cuidaba. Me tuvo impecable todo el tiempo. Pero claro, a mí nunca me gustó lo apolíneo, así que me entregué generoso a las manchas cumpleañeras. ¿Qué será de la vida de Silvia ahora? Ya debe tener unos 37 años.

1984: ay, madre, que me matas

Madre solo hay una, menos mal. En el viejo sofá de Paramonga estaba jugando yo, con algún juguete anónimo que torpemente dejé caer entre el parlante de madera del equipo y el sofa donde yo estaba. Como me estiré para sacarlo quedé suspendido de cabeza patas arriba. Mi madre y mi tía al verme fueron a mi auxilio, esto último es solo un decir. Mamá, en su desesperación, creyendo que me ayudaba, sacó el parlante... y fui a dar de cabeza al piso. Algunos atribuyen a ese golpe mi cara de lorna.

1985: y que sigan los dolores

Bueh, si mal no recuerdo, me quemé la pierna con el tubo de escape de la moto de mi papá. De mi grito si me acuerdo. Lo curioso es que todo que recuerdo, todo, me lleva a creer que fue en la pierna derecha. Sin embargo, la cicatriz está en izquierda. Misterios de la ciencia. Recuerdo también la reunión familiar en mi casa, por el matrimonio de mi tío Tito. Nunca vi tanta gente en la casa. Nunca antes había paseado tanto, con las primas y los pocos primos que tenía.

1986: el nido

Como a casa iban tres niños en primer grado de primaria (Beto, mi primo, Osbert, hijo de la chica que luego me cuidó y Gino, hijo de la señora Rosa, que cocianaba y limpiaba), pude ya leer perfectamente antes de cumplir lo 4 años. Así que en el nido era la estrella, casi el auxiliar, porque me leía todos los cuentos.

1987: primer lío con las monjas

Las monjas como siempre, nacieron muchas de ellas para joder. No me quisieron aceptar en su Inicial porque era muy chiquito. Aceptaban hasta los nacidos en junio de 1982. Maldita sea. Me rebelé y le dije a mi mamá que me quería ir a otro colegio. Creo que a la monja no le gustó que se lo dijera en su cara. ¿O sea que no tenía ninguna importancia que supiera leer? Ya chibolo, a tu Caperucita Roja nomás [Nota para los lectores: "Caperucita Roja" es el nombre de la escuela inicial del Estado en Paramonga].

La playa:

Y conocí el mar. Mamá dice que me llamó mucho la atención que la gente andara con poca ropa. Así que cuando me dijo que era para meterse al mar, yo le pedí que me sacara mi ropa para meterme. Dicen que casi no me alcanzan porque me iba corriendo hacia el gran Pacífico. Luego papá se encargó de enfermarme de susto al mar. Gracias, papá.

1988: ¿por qué todos están de negro?

Ya en Inicial, en el colegio de las monjas, en el mes de abril, mi madrina de bautizo fallece. El velorio fue en mi casa y era la primera vez que veía un muerto. Poco a poco fui aprendiendo lo que era la muerte

1989: ¿no les digo?

Mamá Ofelia, mi abuela, la única que conocí, pues los demás fallecieron antes de 1982, muere a los 74 años de edad. Ya estaba en primer grado de primaria.

1990: ¿Por qué, Diego?

Mi equipo favorito, Argentina, no llegó a campeonar en el mundial. Llora Diego, yo lloro con vos.

1991: esta enfermedad la padezco de hace tiempo

La chica que me gustaba desde Inicial, el ángel que alumbraba mis recreos (con mi lonchera de los Thundercats) volvió al colegio de monjas luego de un largo año de no verla en el segundo de primaria. Ay, mi corazón, cómo palpitaba por ella. Tenían que verla. Uno no podía estar indiferentes ante su belleza.

1992: mi primera comunión

Ruptura familiar, ambiente de tensión, terrorismo en Paramonga y mis hermanos no se hablaban. Así recibí el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo en noviembre.

1993: el encuentro de mimos

Para ese entonces, ya me gustaba el teatro y soñaba con pertenecer al grupo de mi colegio. En los juegos florales de ese año llegamos a la final de mimos y mi contrincante fue Rafa. Perdí, el grupo de Rafa tuvo suerte. Ja, ja. No, fue mejor, lo admito. Rafa, ya anticlerical, mató a un cura de un ataque al corazón en su puesta en escena. Pero pasó la censura monástica. No sería la última vez que nos enfertaríamos a ella.

1994: Arte Joven, por fin

La primera actuación para el grupo del colegio. A ese grupo le debo haber dejado de ser un chuncho absoluto y pasar a ser uno relativo. Era la primera vez que me disfrazaba de león, y no sería la última. Eso y el viaje a Trujillo fueron las mejores cosas que pasaron, aunque a la tutora del sexto grado de primaria ya la detestaba por completo. Donde quieras que estés, Alicia, ya sabes cómo te odiaba.

1995: secundaria, más respeto, chibolo

Pasé orgullosamente al grupo de lornas del colegio, al grupo de los que siempre son señalados como "nerds". Este y el siguiente año fueron terribles. Sin embargo, como para compensar, el hielo que cubrió a la familia, se disolvió, como suelen disolverse este tipo de hielos: con el nacimiento de un niño. Este año nació Eduardo, la razón por la que los hermanos volvieron a hablarse. Claro que perdí la atención de todos en la casa, pero no importa.

1996: yo no fui

El año de las conversaciones interminables por teléfono. La cuenta del teléfono llegó a la frivolera cifra de 800 soles. Lo usual para un adolescente.

1997: abril 13

Una especial noche, un domingo, en mi casa, no fui a misa... y no me arrepiento.

1998: contigo en la playa

El romance veraniego más bonito del primer cuarto de siglo. Luego, el colegio se encargaría de borrar las huellas, ayudado por una mujer que me tuvo idiota desde 1995. Pero tampoco me olvido del 7 de noviembre, por si lees estas, líneas, querida.

1999: ¡Mierda!

Ese era el grito de batalla que el grupo de Arte Joven elevaba antes de salir a escena. Ese año, fueron los últimos mierdas que pronuncié. Y bueno, el viaje a Huaraz. De ese viaje, quisiera recordar poco.

2000: San Marcos

Lejos de toda la gente del cole, me enfrenté a la gran capital (ya lo conozco la capetal, añañañaña) e ingresé a Derecho. Hubiese tenido los huevos para meterme a Literatura. Alguien lapídeme. En esa facu...

2001: los muchachos

Como empecé a trabajar en la Biblioteca Central de San Marcos, conocí ahí a Edgar y Marlon. Grandes amigos, que pese a la separación de cuatro años, pudimos retomar la amistad que hasta ahora me brindan. Gracias por el vino, muchachos.

2002: Chile

Viaje a Valparaíso. Bonito, Valparaíso. Bonito Viña. Bonito yo, sin vos y con fiebre por el puto viaje. De solo recordarlo me duele la espalda. Nace Josecito.

2003: Argentina

Primer viaje a Argentina. Ahí empezó el idilio. Nace Liliana, terrible muchacha. Ya no me pegues, por favor.

2004: El principio del fin

Por mí, este año, el Derecho y la facultad de San Marcos pudieron haberse ido a la mierda para nunca más volver.

2005: Los muchachos regresan

Y la literatura también, para mi fortuna, o mi desgracia, no sé, pero a estas alturas, el Derecho ya se había ido a la mierda. Primer cumpleaños como solista. Perdí en el Concurso de Miraflores, sería la primera de las derrotas. Pero eso tampoco importa.

2006: Año feliz

Porque quiero y porque sí. Porque escribí, ahorré, hice el blog, escribí más, a veces peor, otras veces peor aún, y ya estaba con la mira en el Sur, aunque, me hubiese gustado llevarte. Otra vez, porque quiero y porque sí.

2007: Volví sin ningún rasguño

Me fui y volví de mi viaje "cheguevarístico invertido" hacia Chile, Bolivia y Argentina, con todos los dolores y mi maletota, conocí a Puig, Bolaño, redescubrí Balzac y Miller, Vargas Llosa, Flaubert y Bryce. En verdad volví rasguñadísimo, con mucho rock, con muchos temas para escribir, a una nueva chamba y al Derecho, otra vez. Por eso, no es bueno pronunciar la palabra "nunca".

Feliz cumpleaños, Reo Libre.

No hay fotos, así que estamos piñas.

martes, 31 de julio de 2007

Adriana, hoy dormiré entre libros

Querida hermana, hoy es tu cumpleaños.

Sin embargo, la pasaré en el trabajo, corrigiendo para ganar el pan mío de cada día (no te invito), la internet, la música que tú y mamá no soportan, las películas que "me envenenan el alma" y cancelarte esa fucking arruga que te tengo y que ya por fin te pagaré (si ya la pagué, no seas viva, avísame).

Quizás sea muy cobarde, pues debería decirte todo lo que te quiero de frente, pero, ya sabes cómo son las cosas entre hermanos; ahí te cito algunos ejemplos: Bart y Lisa Simpson, Parker Lewis y su hermana Sheryl, Kevin y Karen Arnold, y bueno, Tony y Mary Corleone. Perdón, ya estoy disvariando; es el exceso de azúcar en la sangre.

Me permito un recuerdo, espero que no te moleste. Suelo, a veces, recordar los mejores tiempos entre nosotros y los más recientes, aunque ya demasiado lejanos, se remontan a principios de siglo. Hasta ahora, me quedaré pensando, ¿por qué me llevaste al cine un día antes de mi examen de admisión? ¿Cómo sabías que eso era lo único que me relajaría? Gracias a ti no le cambio a la tele si veo a Stuart Little merodear por ahí.

Sonará tonto pero cada vez que lo veo pienso en lo desagradecido que soy y en lo mucho que me alejé de ti y de todos.

Feliz cumpleaños. Te debo un disco de Journey.

lunes, 23 de julio de 2007

Feliz cumpleaños, papá

68 años y con todos los simios
En honor a nuestra historia, papá, será bueno que solo diga algunas cosas, breves y puntuales, para que nos elonguemos, como a veces pasa, las conversaciones hacia un "monologante" sinfín.

Por suerte, esta vez sí estuviste con nosotros y no la pasaste en Paramonga solo y lejos de todos.

Y recuerda... el deseo no se dice.

lunes, 21 de mayo de 2007

Cumpleaños chalaco

Más que un saludo mereces, Marlon, por todo lo que tu amistad me ha dado y por lo que me siento en una gran deuda.
Aquí no puedo sino extender el saludo que ya te di personalmente.

Por más que todos hayamos estado ocupados, nos dimos el tiempo (sábado a la noche) y el espacio (el Etnias primero y luego el Yacana Bar) para celebrar tu santoyo y compartir con los amigos.

Feliz cumpleaños, L6. Guarda torta.

Con Liz, otra gran
amiga.