viernes, 23 de octubre de 2009

En el borde...

Ayer, conversábamos, y me pregunté qué tanto de mi propia historia se repite en la historia de él, qué tanto de mis propios temores ha contaminado el relato que me hace, qué tanto creo ver en sus palabras las mías. El tema es el mismo, lo sé, y creo que es el único tema que no me dejará jamás vivir en paz. Supongo que a él también.

Salud por las mujeres, le hubiera dicho, pero no dije nada: ya no había cervezas que beber. Y me recuerda que viajó a Cusco (la ambigüedad es a propósito) y yo le digo que odio a los comunistas españoles... en verdad los detesto. Aunque sabemos que es una infantil respuesta. Una cobarde respuesta. La amistad se permite callar algunas cosas, por eso no me lo dice, sino hasta después.

–Si es una de las que se fija en esas cosas...

Es injusto encasillarla de esa forma, estimado, ella es todo: una rosa con las espinas necesarias.

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