domingo, 16 de septiembre de 2007

Posando para el lente de la vida

Hace poco fui a una ceremonia de Primera Comunión. Estuve ahí un momento, hasta que me dieron ganas de fumarme un cigarrillo. Salí del templo y pude ver algo que me hizo recordar la vez que yo recibí aquel sacramento, hace casi quince años: los fotógrafos. Todos ellos tenían una figura de cartón donde estaba retratado Jesucristo con un copón en la mano, como dándole la Primera Comunión a un niño, claro que en la parte del niño estaba vacío, en ese espacio justamente entraba el niño que quería un recuerdo de ese día y se tomaba una foto sonriente, al lado de un Jesucristo de cartón que le daba la Eucaristía.


Un amigo de la familia, fotógrafo, me comentó que en verdad que no se ganaba mucho con eso, pero que igual todos los años salía con sus figuras para retratar a los niños luego de la ceremonia. Otras veces sacaba un cachikar escoltado por un Tigger, un Pooh y un estúpido Barney.


Pero si la plaza está tan mala, una vez le dije, ¿por qué no te haces unos montajes de escenas de películas famosas? Escenas, claro que valga la pena recordar. Algo así como un montaje. A mí me gustaría, por ejemplo, estar en aquella escena de Scarface donde él se enfrenta a todos los matones de Sosa, o sino una foto con el fondo de la batalla campal de Gangs of New York.



Para toda ocasión, inclusive para la muerte. Claro, ¿por qué no? Escogería alguna escena con una muerte apacible, de viejo, rodeado de todos mis seres queridos, algo bastante cursi. Aunque otra veces, la vida le dé a uno ciertos golpes o malos ratos que nos hunden hasta el fondo de un pozo, donde todo parecería no ir ni para atrás ni para adelante. En esos momentos, llego a sentirme como Michael Corleone al final de la parte 3. Así, solo y desolado, abandonado del mundo, algo bastante patético y exagerado, cierto, pero ¿acaso alguno de ustedes no se ha sentido así?...

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