domingo, 7 de octubre de 2007

Lector en coma (Radio Ciudad Perdida)


Hace unas semanas que terminé de leer la novela Radio Ciudad Perdida, de Daniel Alarcón. Lo hice con la expectativa de las buenas críticas que había recibido y auspiciado por mis amigos que habían empezado a conocer a este autor con su libro de cuentos Guerra a la luz de las velas. Empecé el libro con algo más que curiosidad. Y gracias a esa curiosidad pude sostener la lectura por todo el tiempo que esta me tomó.

La historia se centra en el periodo de violencia de un país sudamericano anónimo que, luego de acabado este conflicto, choca con la cruda realidad de un terrible saldo de familias divididas, gentes desaparecidas, y una terrible desolación, un escenario que podría muy bien recordar al Perú natal de Alarcón, o, sin salir mucho del contexto, Argentina Colombia o Chile. Esta "guerra civil", que desoló este país sin nombre (al que las autoridades han decidido quitarle sus topónimos –recurso que utiliza Alarcón para sortear el obstáculo de darle nombres e identidad a este país supuestamente anónimo–), fue iniciada por el grupo sedicioso IL, que, a lo largo de sus casi 400 páginas de la novela, siembra de desolación a todos los personajes de la novela.

Es la historia de las víctimas de un conflicto de esta naturaleza. Es la historia de un pueblo azotado por la guerra y que ya ha olvidado cómo se vivía antes de que la violencia se alojara en el patio trasero de sus casas. Tales son los casos de Norma, Rey, Víctor y los demás personajes.

Norma, dueña de la única voz que es reconocida en cada rincón de este país sin nombre, recibe en la estación de su radio (en donde tenía el sintonizado programa Radio Ciudad Perdida) a un niño proveniente del pueblo 1797, pueblo al que su esposo, Rey, viajó diez años atrás y del que desde entonces no tiene noticias. Paradójicamente, el programa de Norma se hizo conocido justamente por ser el puente de enlace, la tabla de salvación de muchas familias que habían quedado divididas por el terror.

Alarcón nos narra con un estilo muy prolijo el via crucis personal de cada uno de ellos. De cómo cada uno vive esta pesadilla, y sin dejar de llevar el buen ritmo que tiene la novela, va mostrando las heridas que cada uno de estos personajes va exhibiendo a lo largo de ella. Princialmente Norma, que es la que intercede entre los que aún viven y los desaparecidos, cumpliendo ella un papel clave en esta historia a pesar de que ella carga en su pecho el dolor del esposo desaparecido, y que regresa en la forma de un niño de 11 años. Las historias de Norma y Rey resumen el hilo conductor que atraviesa esta novela. Por el lado de ella, en el suplicio de no saber de él, y en el caso de Rey, por haber sufrido en carne propia el kafkiano destino de los que se embarcan en proyectos utópicos destinados al fracaso, como una revolución violenta. Rey nunca termina de entender cuál es su papel en esa organización, lo que recuerda a Kafka y, por qué no, Ribeyro. en medio de esos laberinto Rey sucumbe, sin haber logrado las respuestas que buscaba.

Sin embargo, pese a los méritos de esta obra, la ausencia de algún asidero conocido y verosímil me sugirieron un ambiente artificial, como si todo se desarrollara en un estudio de televisión o como si fuera una foto aérea trucada, donde todo parece estar en un lugar donde precisamente no está. Este "problema" hizo que en muchas partes, la novela fuera para mí de muy difícil lectura. Aunque hubo partes muy bien logradas como la de Norma visitando la Media Luna, la cárcel a donde iban a parar los miembros de IL, estampa entre kafkiana y orwelliana que en verdad dolía.

1 comentario:

Sergio dijo...

Estoy de acuerdo. Las buenas críticas me cogieron a mí con este libro. Pero luego me decepcioné. Encuentro un estilo muy simple, aséptico. Le falta el alma de los grandes narradores, tú lo dices bien con eso del plató de televisión. No siento empatía por sus personajes y sólo encuentro chispas aisladas de interés que no justifican casi cuatrocientas páginas de novela. No hay verdadera psicología de los personajes. Son arquetipos moviéndose en una historia ya preparada para que se muevan. Saludos.