miércoles, 20 de febrero de 2008

¿Adiós, comandante?


Los diarios limeños, la fresca mañana de ayer, informaron sobre la dimisión de Fidel Castro a la presidencia de Cuba. Esto parece que ha puesto más activos a los estadounidenses que a los mismos cubanos, puesto que el tema del bloqueo económico, que hace décadas pesa sobre la isla, se ha colocado en el tablero de juego de la campaña presidencial como una ficha más. Aunque la Casa Blanca anunció que no habrá cambios en esta política.

¿Qué representa esto para el futuro de Cuba? El solo hecho de la renuncia no significa para nada un paso hacia la democracia. Esta solo se podrá conseguir con el esfuerzo conjunto de la sociedad civil y demás organizaciones cubanas, dentro y fuera de la isla. No conozco otro caso de una dictadura que haya terminado por razones de salud. Al parecer, el viejo comandante ya no pudo más.

Esto, por ahora, solo es el símbolo de la caída de un régimen que duró medio siglo de opresión y violación de derechos humanos, y que deja como herencia una delicada pugna por el poder y una orfandad preocupante, de los que idolatraron al patriarca y de los que entregaron su vida en una férrea oposición a su duro régimen. La reforma cubana, su camino hacia la democracia “alejada de los modelos occidentales” –según Ernesto Velit–, es por ahora solo un proyecto que debe ser vigilado cuidadosamente. Tanto como se vigiló la salud de Fidel en los últimos 19 meses.

Por lo pronto, a Fidel Castro, probablemente lo quieran más ahora en España.

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