jueves, 14 de febrero de 2008

Valentín con todo y plumas


Y no hay mejor aliado a mi mortal carrera hepática hacia la cremación que aceptar (casi impositivamente) una fecha del todo artificial, superflua y prescindible, motivo absurdo solamente para gastar y gastar (siempre y cuando te dejes “gastar”, claro): el querido Valentín.

–Be my Valentine! –Shut the fuck up you mother fucker!

Tranquilo, Christian, ya no reniegues tanto, que te puedes herniar. Es que son las fechas… carnavales, Valentín, playa contaminada… es demasiado. Pero el año pasado estuve bastante lejos de todo eso. En Córdoba, la segunda ciudad más importante de Argentina, las cosas fueron muy tranquilas para mí. Más que tranquilas, catastróficas. Déjenme exponerlo así: una ciudad plagada de chicas hermosas, inmigrante misio, sin muchos conocidos, solo en el día de San Valentín, con un amigo (peruano, misio, cohabitante del mismo cuarto) al lado. No me quejo de la compañía, pero... creo que no era la más idónea.

–¡Pero también es el día de la amistad!
–Por favor, alguien mate a ese que grita esas cosas y luego, cúlpeme.


Ciertamente, L6, así que vamos a tomar unos vinos a Nueva Córdoba. Dale, vamos. El ambiente por el dichoso Valentín no fue muy distinto a cualquier otro día: los vendedores ambulantes no atiborraron la ciudad, el centro ya está bastante nutrido de ellos, los vendedores de flores eran los mismos, y vendieron también lo mismo. El vino nos llama.


Ese tipo de soledad importaba muy poco si pensábamos que solo teníamos cuatro días de vivir en la ciudad de Córdoba, y que todo era muy nuevo como para rechazarlo. Feliz día de la amistad, chalaco.


Un año después, es la primera vez que me agarra esta fecha con alguien al costado (el 2006 estaba solo; antes de eso, prefiero no recordar), y aunque traté de convencerla de lo frívolo, vulgarmente consumista, imperialista, capitalista, convencional e innecesaria que es esta fecha, con una sonrisa y una mirada, me apuñaló con una flecha de Cupido. Perdonen la salivacíón... no es oligofrenia.


Dicen que el peligro de enamorarse es altamente económico. Pues yo creo que el mayor peligro de enamorarse es darse cuenta que todas las "convicciones" que uno puede tener se pueden ablandar terriblemente tan solo por ver a la persona que quieres sonreír. ¿Será así o es que me estoy quedando sin voluntad? Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu Reino.


Maldito Valentín para quien quiera. ¿Alguien se acordara del mártir cristiano que dio origen a esta fecha? Al menos, préndanle una velita misionera, donde sea, en una iglesia, en un mac donald, en el lugar de cable y agua caliente, en el cine, en el restorán. Acuérdate, no seas ingrato.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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ninamandarina dijo...

estas frito pescadito