¿Ya conté que me hablaron de P.? Supongo que sí, no sé, no importa. Pretendo que no me interese. Pretendo que se borre, como todos los restos de ese barco, aunque a veces lleguen a las orillas de la isla tablones mohosos del barco, cadáveres hinchados de horrendos tripulantes de pata de palo y el vientre ambutido de papel timbrado, de expedientes, de citaciones, de burocracia carbónica y grasienta.
Así que es inevitable que revise entre los restos, que salten ratas sobrevivientes que lleguen en sus flotadores de patitos. Lo que sí evitable es el dolor... Y eso sí lo aprendo a evitar.
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