domingo, 9 de diciembre de 2007

Y los vi volver


A las tres de la tarde aún estábamos en peregrinación hacia el sagrado recinto. El tráfico en el cruce de Paseo de la República con 28 de Julio era imposible. Los fieles seguían llegando. Nuestá égira había finalizado. Miles de almas esperábamos a que se abrieran las puertas de nuestra meca. Los fieles oraban, otros tomaban ron, cerveza, fumaban hierba o tabaco. La cola era insufrible. Pérfidos infieles vendían cola por cinco soles. A veces diez. Ya tienen su sitio en el Infierno.

El sol no fue cruel (No seas tan cruel, sol), pero se colaba por una luna rota. Me preguntaron si me hacía falta vitaminas, y respondí que en la facultad de derecho me verán volver, pues ella usó mi cabeza como un revólver. Interpretaron los signos y tomamos un té para tres. No sin antes pedirle a una linda pericota que me tratara suavemente. Le mentí, le dije que era parte del jet set. Luego se fue con unos prófugos que escaparon a través de una persiana americana que en la cúpula habían dejado abierta mientras entre caníbales hacían el rito de tirar un hombre al agua luego de haberle quitado su corazón delator.

Otros esperaron al séptimo día para escuchar su canción animal. Otros vivieron esta primavera cero como si fuera un picnic en el 4B... no doy más.

Maldito sea el Dúo Ayacucho, malditos sean los que intentaron que luego tocara Max Castro. Por suerte, no tocó, pero nos soplamos de pie cinco horas para luego escuchar a Soda (Sooooooooooooda, Soooooooooooooooooooda). Aparecieron al final, a las nueve de la noche mientras comía mis ocho morochas por el módico precio de un sol cincuenta. Casi sin telón Soda salió, el Juego de Seducción empezó.

Salté, grité, aullé, me quedé sin voz. La gente saltaba como una rana, Cerati reventó el escenario, por un momento, me hubiese imaginado pensar que él bailaba entre nosotros, admirando desde lejos del escenario a la leyenda de Soda apoderarse de la noche limeña. Ver gente desde 15 a 40 años saltando, haciendo telequinesis. Valió la pena la espera. Valió la pena llegar a la mitad de Signos (el sector) y ver cómo el Estadio Nacional iba llenándose de a pocos, cómo los celulares se prendieron a la orden de Cerati y cuando él dijo "hermosuras totales" (me ruboricé). Valió incluso la pena salir sin sangre en las piernas.

Hoy, séptimo día, tocarán de nuevo. Espero que el concierto de hoy sea tan bueno como el de ayer. Gracias totales, Soda.

Fotos de la web de El Comercio.

1 comentario:

Jaime Cabrera Junco dijo...

La pasamos bien, compañero. No nos podemos quejar. Creo que ya no los veremos volver porque con todo el billete que se han llevado Cerati y su mancha se aseguraron la vejez.