domingo, 30 de septiembre de 2007
Declaración etílica a favor de mi vida
viernes, 28 de septiembre de 2007
En tu lunar
Como un relato inacabadoque se quedó sin tinta china en el pasadosoy un chiquillo sin alientouna cometa a la que ya no le da el viento.Y tú, empeñada en escondertey yo empeñando mi presente en encontrarte.Si no me enredo en tu melenase mezclan tiempo y penaen mi reloj de arena.Quizás no supe estar estando contigo.Ser lo que querías no he sabidoSentir algo sin ti no tiene sentido.Levántame este castigo.Quiero subir por tu espalda,bajar al centro de tu ombligo.Y pararé un ratito a descansar en tu lunar.por el que pierdo la cabeza,y besar tus labios de cereza.Y pararé un ratito pa mirartey respirar... y suspirar.(Ñol Solano, o sea, el solo de teclados)Por no cuidarte a cada pasohoy me paseo dela mano del fracaso.Y voy quedándome en los huesosSigo perdido sin el tacto de tus dedos.Quizás no supe estar estando contigo.
Ser lo que querías no es amigo (sic)
Sentir algo sin ti no tiene sentido.
Levántame este castigo.Quiero subir por tu espalda,
bajar al centro de tu ombligo.
Y pararé un ratito a descansar en tu lunar,por el que pierdo la cabeza,
y besar tus labios de cereza.
Y pararé un ratito pa mirarte
y respirar... y suspirar.
Nazca bajan
foto: yo saliendo de Argentina.
martes, 18 de septiembre de 2007
Acuérdate de los griegos
–¿Ya llegó, tío?
–No, Majito. Todavía no llega. Ha de estar muy ocupada.
–Pero yo la estoy esperando.
–Yo también, figúrate. La estoy esperando desde hace un buen rato.
–Ella me dijo que iba a venir.
–Ah… Yo no sé adónde ha ido.
–Ha ido a la clínica.
–¿A la clínica? ¿Qué hace mi mamá en la clínica?
–Me dijo que iba ir a cocinar, pero que solo se demoraba un ratito.
–¿A una clínica a cocinar? ¿Cómo tú sabes eso y no yo?
–Porque yo la escucho.
Pedacito de gente. Desde que tomo en serio las cosas que me dices me he dado cuenta que ya he acumulado muchas lapidarias tuyas, que no sé si serás consciente de que me las dices en momentos certeros y de una forma secreta y sentenciante, como si me leyeras una condena entre juegos y miradas risueñas. Quizás por eso es que me gusta conversar contigo. Aunque a veces no me digas nada. Y cuando busco, en esas raras ocasiones que me digas algo así como "la solución al problema del petróleo de Medio Oriente", solo me digas "No lo cambies: estoy viendo Los Padrinos Mágicos".
–¿A ti también te gustan Los Padrinos Mágicos?
–Sí, creo que porque es un cartoon políticamente incorrecto.
–¿Qué?
–Nada.
Veamos: Aquel año que llegaste a casa, te miré con desconfianza. Como quien ya sospecha que no eres un niño común y corriente. Ya con tus padres (por mi parte, y muy por mi parte) había firmado un soterrado armisticio. Sin embargo, tu mirada en pie de lucha y tu grito de batalla cada vez que te quería cargar me hicieron entender que no eras de aguantar pulgas.
–Hoy es cumpleaños de tu primo Eduardo.
–Sí, ya sé.
–¿Ya lo saludaste?
–Sí, lo llamamos al celular de mi tía Anita.
–Yo lo llamé a su celular.
–¿Eduardo tiene celular? A su…
–Figúrese usté.
–Yo el estuve hablando y de repente me decía 'se corta', 'se corta'… je, je.
–Sí, a mí también me dijo eso.
–¿Todavía no llega Mamá Mona?
–No…
Al parecer esta noche no habrá ninguna lapidaria, ninguna frase misteriosamente sesuda, de una sabiduría incipiente y profunda como una fosa abisal. No. Esta noche solo es mi sobrino que espera a que mi mamá llegue de una reunión para jugar con ella, a torturarla con juegos de medianoche, así como yo, hace más de veinte años, lo hacía con el Monopolio, jugando con ella, tirando los dados en su turno y en el mío, comprándole propiedades, que luego me las «usufrutaba», al mejor estilo Páramo. Así como él, le hace leerle los cuentos que ella también me leía a mí. El mismo interés, y hasta creo que la misma mirada reflejada en los mismos ojos de ella.
–Me voy a mi cuarto.
–Yo también, Majito, que tengas buenas noches.
–Recuerda… Recuerda…
¿Recordar? ¿Recordar qué? ¿Estaba ahí su lapidaria secreta, encriptada en una orden capciosa de mantener algo permanentemente en la memoria? ¿Acaso era algo así como lo que Darío le pidió a un siervo, que le recordara siempre a los griegos, que lo habían vencido y que debía siempre recordarlos para tomar venganza?... ¿Acaso me eligió como vicario de su revancha?
domingo, 16 de septiembre de 2007
La señora que se subió a la combi
Mi vida es una mierda. No, esa frase no es un recurso barato para llamar la atención. Simplemente, es una mierda. Nada más.
Sobre todo cuando en el trabajo tengo que soportar algunas cosas que no puedo guardar dentro del pecho porque luego me pueden producir cáncer. Tengo que sacarlas. Y por eso camino. Si es posible, con alguien al lado. Como aquella vez que me sentí una basura humana y me fui a pasear con M.
Ella trabaja conmigo y le dije: "¿Caminamos?". Y caminamos. ¡Y vaya si caminamos! Ella no sabía de lo fatal que ese día había sido para mí, las cosas que tuve que soportar de la gente más horrenda que la imaginación de ustedes, queridos conciudadanos del mundo, pueden imaginar. Si dicen que el trabajo siempre es una cárcel, lo bueno es cuando solo es una cárcel anónima. En mi caso, ya es una cárcel personalizada.
Como tenía mucha mierda encima, caminé. ella me hacía compañía y me dijo: Tengo una canción de Sabina y Manú Chao para ti, y me reí a carcajadas al escuchar esa extraña historia de Sabina.
Nada de eso me había pasado a mí, pero igual llegaba en un momento oportuno.
Y pensé que ya había aguantado muchas majaderías de la gente, que ya era suficiente, que nada peor podía pasar hoy y que todo podía solamente mejorar. M. me prestó su mp3, quería escuchar algo de música.
Como estaba muy concentrado en el intro de piano de la canción "Bow Down" de The Housemartins (que me recuerda algo a "Para no olvidar" de Los Rodríguez), no escuché cuando una señora me llamaba insistentemente. M. me avisó y yo dije "¿ah?". Yo volteé, la señora estaba frente a mí con un bulto negro a sus pies. Era su bolsa de basura. Esto es todo un símbolo, pensé.
–¿Quieres ganarte un sol? –me preguntó la señora.
–¿Ah? –farfullé yo.
–¿Te quieres ganar un sol? –yo empecé a aproximarme aún sin entender.
Luego entendí: la señora quería que le ayudara con su bolsa de basura. Se había roto y tenía vidrios dentro que podían cortarla, así que quería ponerle otra bolsa para poder botarla sin problemas. Parecía fácil, así que accedí a ayudarla, pero por solidaridad, no le cobraría, sería un servido ad honórem.
Sin embargo, cuando empecé a maniobrar, la señora empezó a decirme algunas cosas que me casi me sacan de quicio:
–¡¿Pero qué estás haciendo?!
–¿Ayudándole?
–Pero lo estás haciendo todo mal.
–Señora, estoy tratando de meter la bolsa en la otra.
–¡Así no se hace!
–Déjeme ver, ya, así está mejor, solo falta...
–¿Qué haces? ¡Así no!
–¡Ejem! Señora, ¿qué desea usted que haga?
–Uuuy no, no lo haces bien, la vez pasada lo hice con una chica y ella me ayudó, mejor que tú. Tú no sabes meter.
Esto ya es personal, pensé. Ya se había metido con mi amor propio y encima me estaba diciendo que era un inútil. Claro que la señora ignoraba el día fatídico que había tenido. Ignoraba por completo que mucha gente me había tratado tan mal que salí disparado de ahí solo por el placer de sentirme sin yugos encima. Y esta señora, por una maldita bolsa de basura, se estaba subiendo a la combi, y encima gratis (porque no pensaba cobrarle). Ah no, eso no podía permitirlo.
–Dispénseme, señora.
–¿Ahora qué quieres hacer?
–Terminar de una buena vez, claro.
Tomé la bolsa y la subí, cuidadosamente, pensando que no debía estirarse mucho pues podía romperse. Y me di ceunta que entraría solo estirándose, y muy probablemente, rompiéndose.
–¡Que no! La vez pasada lo hice con una chica y no tuve ningún problema.
–¡Ya está! Listo terminé –o al menos eso creía yo.
–¡Mira lo que hiciste!
–¿Y ahora qué m...pasa, señora?
–¡Rompiste mi bolsa!
–¿Qué? –y yo, por dármela de samaritano, no iba a recibir el sol del pasaje por haberse subido a la combi.
La miré desconcertado, quizás con un lagrimón a punto de desprenderse de mi ojo izquierdo, y ella me miró cómo pensando "qué cojudito para más simpático". "Bueno", dijo al final, "igual toma, te ganaste tu sol".
Claro, no iba a permitir que me tratara de inútil y encima que se suba a la combi gratis, claro que no. Así que asfixié al samaritano que en mí habitaba y sin ningún reparo estiré mi mano y recibí mi sol, que no era falso, dicho sea de paso. Al fin, seguí caminando, sin estar muy seguro de lo que en verdad había pasado en esa esquina de la avenida La Mar. Dejé a la señora aún luchando con su bolsa. Me ofrecí luego a ayudarla a llevar la bolsa hasta donde estaba el resto de ellas, pero me dijo no, gracias, como quien dice "ya bastante me has fastidiado, hijito".
Así acabó mi carrera de metedor de bolsas de basura.
Fuente de la foto: Escola de Educación Infantil Vagalume
Posando para el lente de la vida
Hace poco fui a una ceremonia de Primera Comunión. Estuve ahí un momento, hasta que me dieron ganas de fumarme un cigarrillo. Salí del templo y pude ver algo que me hizo recordar la vez que yo recibí aquel sacramento, hace casi quince años: los fotógrafos. Todos ellos tenían una figura de cartón donde estaba retratado Jesucristo con un copón en la mano, como dándole la Primera Comunión a un niño, claro que en la parte del niño estaba vacío, en ese espacio justamente entraba el niño que quería un recuerdo de ese día y se tomaba una foto sonriente, al lado de un Jesucristo de cartón que le daba la Eucaristía.
Un amigo de la familia, fotógrafo, me comentó que en verdad que no se ganaba mucho con eso, pero que igual todos los años salía con sus figuras para retratar a los niños luego de la ceremonia. Otras veces sacaba un cachikar escoltado por un Tigger, un Pooh y un estúpido Barney.
Pero si la plaza está tan mala, una vez le dije, ¿por qué no te haces unos montajes de escenas de películas famosas? Escenas, claro que valga la pena recordar. Algo así como un montaje. A mí me gustaría, por ejemplo, estar en aquella escena de Scarface donde él se enfrenta a todos los matones de Sosa, o sino una foto con el fondo de la batalla campal de Gangs of New York.
Para toda ocasión, inclusive para la muerte. Claro, ¿por qué no? Escogería alguna escena con una muerte apacible, de viejo, rodeado de todos mis seres queridos, algo bastante cursi. Aunque otra veces, la vida le dé a uno ciertos golpes o malos ratos que nos hunden hasta el fondo de un pozo, donde todo parecería no ir ni para atrás ni para adelante. En esos momentos, llego a sentirme como Michael Corleone al final de la parte 3. Así, solo y desolado, abandonado del mundo, algo bastante patético y exagerado, cierto, pero ¿acaso alguno de ustedes no se ha sentido así?...
martes, 11 de septiembre de 2007
Chifeando
domingo, 2 de septiembre de 2007
Todo lo que hace uno por chamba
Eso en verdad no es malo. Eso en verdad no tiene nada de malo. Lo malo viene cuando uno pierde todo rumbo en la vida y sobrevive tan solo por trabajar, por dedicarse a eso que le da un magro o no tan magro ingreso y se pierde en los vaivenes que un trabajo incidental te trae.
Por lo pronto, nosotros, los que estudiamos Literatura, Comunicación Social o Derecho, trabajamos de correctores, profesores o aprendices de editor y en eso nos puede ir bien; podemos estudiar cosas que nos capaciten mejor en esos trabajos y nos permita mantenerlo y crecer en esos prestigiosos oficios. Al fin y al cabo, somos artesanos de lo mismo, amasamos la misma cultura que nos rodea, aunque no precisamente por el lado que quisiéramos amasar. Puedo ser periodista, ser profesor de algún instituto superior y capacitarme en algunas herramientas informáticas que me permitan mejorar en mis métodos de enseñanza. Eso está bien; luego, también me sirve para cosas personales. Puedo ser un estudiante de Derecho, estudiar un idioma que casi nadie conoce y poder trabajar como un traductor, trabajar en una editorial o en alguna revista conocida del medio, enseñar en alguna academia; puedo estudiar Literatura y trabajar corrigiendo textos en algún ministerio.
Pero algo no olvidamos, por más pesada que esté la lluvia: la vocación. Esa frágil flamita que abriga el corazón y que nos permite decir "Me voy a trabajar". Nos hace madrugar, tragarnos a veces amanecidas, cancelaciones a los amigos o simplemente ignorar (temporalmente) que tenemos vida para sacrificar siempre un poco del tiempo que podríamos invertir en sentarnos como en un trono a escribir frente a una computadora o frente a una máquina mecánica y vetusta, que puede que nos haga sentir más discípulos de Hemingway que ningún otro. Aunque al día siguiente nos enfrentemos al monstruo de la realidad.
En el día del blog
Este no es mi pata
Y no tendría por qué serlo, pero su blog siempre es recomendable porque siempre es muy actual: el blog de Ivan Thays. Vean tmbién sus poseras fotos en el fotolog (díganle que no es 'fotoblog', pero sin que se resienta)
Una página horrenda