domingo, 30 de enero de 2011
Las mejores cosas de la vida se hacen descalzo
— Dormir, salvo que seas un friolento endemoniado y duermas con medias... o con dos pares de media, que hay gente que hace aún esa aberración.
— Hacer el amor, salvo que estés en una película porno, en un ascensor, en el cine, o en el baño de un avión, o en cualquier baño de un bar.
— Sentir el agua de un arroyo que corre fría (y ya envenenada por tus patas).
— Escribir, como yo, descalzo sobre el parquet, porque eso completa la sensación de libertad que Chopin me obsequita en esta tarde
sábado, 29 de enero de 2011
Hoy, como otros días
Además, he pensado seriamente en que me falta mucha disciplina para al menos intentar terminar una novela.
Empecé a escribir el guion del que tanto hablé hace unos meses.
Lo he dejado a menos del diez por ciento, pero ya sé que lo terminaré.
Los vecinos están rotando. Ahora son los de la otra cuadra los que mean en el parque. Es conmovedor ver cómo funciona su sistem comunitario.
Hoy esucuché José José todo el día.
Todo el día, joder.
No tengo sueño, y creo que eso que tomé era café con Red Bull.
La lombirz solitaria
Por eso me exilié tan lejos de todo. Para disfrutar de la soledad y olvidar lo que debo olvidar. No soy el único que tomó antes una decisión parecida. La historia de la literatura es una plétora de ejemplos. Muchos gigantes intentaron abrirnos los ojos y nos decían: «Solo pueden ser libres los solitarios». Pero yo no soy un gigante. Solo soy una hormiga que intenta subirse a los hombros de alguno de ellos, del que pueda sentir compasión de mí. Del que me tienda la mano a través de sus libros y no me mate como si yo fuera una polilla incauta que intenta comerse sus camisas.
jueves, 27 de enero de 2011
Viernes por la madrugada (o un pequeño déjà vu)
Un olor peregrino de marihuana viene con el viento viciado de las fábricas del otro lado del río. Una carcajada es ahogada por el pito de un guardia de seguridad. Un perro ladra, otro se lame sus partes y parece que ríe.
Tomo una foto que sale horrible con los dos megapíxeles que ofrece el celular, así que la borro y no intentaré tomar otra foto del parque.
Hoy el trabajo estuvo bien. Aunque debí decir ayer, y no hoy.
Ayer me enteré que ameritar es un americanismo que no proviene directamente del latín meritare. ¿Eso le importa a alguien? En fin, todos los días se aprende algo. La palabra merituar es incorrecta. Eviten su uso.
Mis mejores audífonos ya empezaron a fallar. No duraron ni medio año. Me permitiré una lisura por eso: "¡Mierda!".
El sueño, esa delicada carica, parece que esta noche la quiere pasar conmigo. Pero yo soy su compañero promiscuo, escritor abortado de un plan divino, marioneta de bajas pasiones y un corrector de los que siempre hay.
Tengo sed, y el cadáver, ay, siguió muriendo.
Las fotografías de Fernanda
No, pero estoy paralizado, con una pierna rota, tres álbumes de fotos llenas de polvo y de algunos químicos que tienen olor a mejores años, años en los que compartíamos algo más que una cama, un aula, a veces las mismas camisas, y cuando su padre estaba en pedo, la misma familia.
miércoles, 26 de enero de 2011
La noche libre
Estuve pensando en la posibilidad de participar en un concurso de novelas. Pero mejor no, no conseguiré sino gastar papel innecesariamente.
En otros tiempos, alguien ya me habría tirado un sopapo cariñoso.
Mañana escucharé Chaikovski en el trabajo.
En estos tiempos, y también en otros, un amigo (o más) me habría llamado posero. Sin embargo hace más de seis meses que no escucho nada de Piotr. Ni siquiera mi delicatessen Obertura 1812.
Después de Mad About You, The Big Bang Theory es mi serie favorita.
Pero olvidaba lo más importante de todo: los vecinos ya no están, no hacen bulla. Ya no emulan a Tongo cantando en pseudoinglés, ya no hablan de perras ni de perros, ya no dejan las botellas para que me tropiece con ellas cuando me vaya al trabajo. Ya no trapean la vereda con sus inmundicias. Ya empiezo a olvidar el desagradable sonido de sus voces aguardentosas dándole los buenos días al sol, fundando partidos políticos etnofascistas a las cinco de la mañana. Saldré a correr y no me dirán Corre, Forrest, corre. Lo que de alguna forma me hizo gracia.
Creo que los voy a extrañar.
miércoles, 19 de enero de 2011
Los vecinos
César coge su botella al parque. Creo que no le gusta intervenir en líos familiares. Alguien a lo lejos le grita vago de mierda.
miércoles, 12 de enero de 2011
«Araceli llamó de Francia»
Es la última cosa que me dijo antes de meterse en el avión y partir hacia Bélgica, a la maldita pasantía que le salió en combo con marido heroinómano (holandés, claro, el sueño de su madre) y una hijita, la que ahora la sigue a todos lados y que le sirve de intérprete, pues resulta que la nena habla fluidamente siete idiomas, además del de su madre, que es una mezcla de cosas inconexas que solo ella sabe interpretar. Yo no, pues por eso nos separamos cuando aún estábamos en la universidad. Yo tenía la necesidad de siempre hablar con sentido.
Y se fue, no miró hacia atrás. Supongo que el dolor era más grande, que el perdón era impensable. Se lo conté a mamá poco después. No sé por qué vio ella la necesidad de destapar una botellas de champán. Ahora me parece raro, que no recuerde ni su nombre, ni lo que ella fue en mi vida, para que me diga, cuando regreso de pelearme con la mitad de la ciudad en las calles, conduciendo un auto que si no me mata de aplastamiento me provocará una angina, que me llama Araceli, que ha vuelto de Francia.
Ni siquiera necesité una aclaración, sabía que se refería a Patricia, que había llamado desde Brujas, y que volvía a Perú para el sepelio de su padre, el que como buen poeta y mejor persona nunca tocó el tema de su hija conmigo. Hablábamos de cualquier cosa, menos de ella, ni de su políglota hija Ingeborg, quien observaba con frialdad escandinava cómo se hundía el féretro de su desconocido abuelo, premio nacional de poesía de 1976.
Patricia recibió el saludo con desinterés, casi con un diplomático asco.
Yo no entiendo, si la familia es una farsa, por qué algunos se esfuerzan por seguir sosteniéndola.
Abriendo los ojos
martes, 11 de enero de 2011
Don't stop me now
No recuerdo cuándo fue la última vez que pude devorar un libro en pocos días. Ahora, que naufrago con Islas a la deriva, de Ernest Hemingway, me quiero imponer a cómo dé lugar la misión de leer en toda cirscunstancia. Aunque el sueño impere, el calor, la abulia.
Hay que vencerlo todo. Los libros se acumulan, y cuántas notas he dejado de poner aquí. No me detendré ahora. ¡Vamos carajo!
Adiós a la PC
Que descanse en paz.
lunes, 10 de enero de 2011
Ebrios
No he podido dormir por culpa de unos miserables borrachos que se pusieron a conversar y a cantar hasta las dos de la mañana. El repertorio de sus temas de conversación fue desde Ollanta Humala hasta la última pollada de uno de ellos y entre las canciones que rebuznaron nos deleitaron con rarezas como "Wayayay", versión 12'' a "All my loving" de Beatles, versión a capella de un tipo que en su vida ha pisado un aula de un instituto de enseñanza de dicho idioma. En fin. Ahora intentaré descansar.
domingo, 9 de enero de 2011
El hombre que hablaba de una empresa fantasma
sábado, 8 de enero de 2011
Los chicos han vuelto
La película nos expone los problemas que tiene el personaje de Owen por establecer relaciones estables, y las dificultades que tiene para mantener responsablemente la disciplina en un hogar, el que lentamente se va hundiendo en la anarquía. Joe, trata de resolver el problema con la imagen de su esposa, la que lo acompaña en algunos momentos y con quien conversa y la que lo ayuda en momentos difíciles.
Pero este recurso no le durará para siempre y tiene que empezar a tomar las riendas de su vida, asumiendo por completo su rol de padre, el cual no solo se limita al cuidado del pequeño Artie, de ocho años, sino también al hecho de solucionar el resentimiento de su hijo adolescente, Harry, el que le reclama por la soledad que su padre le impuso a tan tierna edad.
La estructura clásica de película de final feliz hace de esta una película previsible y por momentos carente de interés. Hay un asomo de contraposición entre el gran padre que Joe juega a interpertar en Australia con el horrible padre que fue con Harry, al abandonarlo en Inglaterra, pero este conflicto no se desarrolla con precisión, como tampoco tienen mucha precisión las secuencias entre Joe y Katy, su esposa muerta.
A pesar de eso, es una película que se deja ver, por ratitos, como la secuencia inicial (envidié al niño por eso, aunque debo confesar que yo a su edad hubiese estado aterrado en su lugar), y muy propicia para los que no pueden dejar de buscarle la moraleja edificante a todo lo que ven.
Sin embargo, para quienes coleccionan bandas sonoras, esta tiene una nada despreciable con canciones de Sigur Ros, un buen grupo islandés. Esta es una del soundtrack.
jueves, 6 de enero de 2011
Caminando bajo la lluvia
Aquí una yapita clásica:
miércoles, 5 de enero de 2011
Madrugada imperfecta
Terminé un trabajo y solo me falta el más gordo de todos: la redacción de un libro. Por ahora, estoy molido a palos y me voy a la cama, no sin antes dejarlos con el penúltimo bloque del último capítulo de la serie Los años maravillosos: el regreso de Kevin y de la siempre encantadora Winnie Cooper luego de haber estado chapando los dos en un establo.