sábado, 12 de abril de 2008

Dos de la mañana

Por ti, aunque jodido, a media asta, con las pestañas lisiadas, con los párpados quemados, con las manos dormidas y los pensamientos fugando por una mampara de la casa de la abuela, por la ventana rota de la vieja casa, mezclando vino con agua, agua con leche, leche con ron y vísceras con salmuera.
Tejiéndote un suéter de palabrsa sueltas, que han volado como insectos aterrados, dejando detrás tantas páginas huérfanas, tintas estériles, columnas rotas, hecatombes de celulosa. Escritas al revés y como burro, que rebuzna, burro gris como el cielo que cubre tu sonrisa, como las nubes que desfilan mientra sonríes, como las aves que danzan en la noche, rasantes, entre matorrales lejanos.

Por si sientes frío... A veces las manos no bastan, aunque dibujen tu espalda con paciencia. Prueba con alguna fogata antigua, algún rastro de brasa, o con alguna almohada con cara de nodriza, con algo que te acurruque como un pecho amoroso. Hazlo mientras también cierro los ojos.

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