

Los días, últimamente, también se van volviendo un poco más grises, se torna de un aletargante color gris. Me está dando mucho sueño, debería ir a dormir y no despertar hasta la primavera y pensar que todos estos problemas son solamente espejismos de los últimos dís de sol de este extraño verano. No quiero pensar que seguiré escuchando ese nombre como si fuera un buenos días. Tampoco quisiera ver a mucha gente que nunca pedí conocer, eso incluye una larga lista que otro día daré en detalle.
Es más, ahora me iré a redactarla.
Quizás se mejor volver la mirada hacia 1990, 1991, uno de esos años sombríos, pero felices. Ciertamente, la memoria es muy nostálgica y tramposa: le pasa liquid paper a los malos recuerdos, dejando solo los imprescindibles, para poder vivir tranquilos. Sin embargo hay días en los que no puedo dormir. Una sensación de querer vomitar se sienta conmigo a la mesa y me coge los cabellos para que no pueda dormir, y me va susrrando cosas, me diciendo cosas, como cuando soñé que un bebé moría aplastado en una pista parecida a la avenida Tingo María.
Últimamente le tengo mucho miedo al llanto infantil.
Pero más miedo, incluso terror me inspira Tongo cantando "La pituca" en inglés, o en algo que quiso parecérsele.
Tengo mucho sueño acumulado, y muchas cosas que se van descomponiendo en mi cabeza, sin que vean un papel amigable o unas manos (mis manos) dilectas que las tallen en un pedazo de madera.
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