
Sacando un "prebalance" de lo que se viene, algunas cosas serán provechosas, como el manejo de mi propio espacio y de mis propios tiempos. Los contras son muy grandes, y ya los pasé lejos de este Perusalén querido. Pero ahí vamos, con mucho egg, como si fuera un ponche. Una de las primeras cosas será que, si chupo con mis patas, todo lo que tenga que ver con el pisco queda descartado. Los hígados también lloran.
Y es tarde, y no he dormido bien, debería estar horizontal, soñando cualquier wada, pero no: estoy aquí aligerando a los demonios que me han regresado a dar vueltas por la cabeza. Ya les conseguiré un patiecito y una buhardilla para que corran libres como perros carretitas. Pensaré, como hasta ahora, que tengo que comprar La dama de las camelias, sobre todo para hacer algunas comparaciones con el argumento de La traviata de Giuseppe Verdi, fundador de Los Enanitos Verdis (Chiste monse).
Ahora que lo recuerdo, esa ópera es una de las más hermosas que he esuchado, y en mi vida he escuchado pocas, unas once, pasa ser exactos. Sí, sí, debo escuchar más. Algo me dice que Norma no me va a gustar. Si todo va bien, me quedaré en una humilde buhardilla en los extramuros de la ciudad universitaria, así que tendré vista privilegiada del monstruo de concreto que están haciendo en la avenida Venezuela, cruce con Universitaria. San Marcos te piensa, Castañeda.
Y el libro de Leonardo Aguirre, de reciente aparición, me ha hecho soltar grandes risotadas en los carros que tuvieron a bien transportarme estos días. Hablaré de eso luego. Ahora... Libiamo...
1 comentario:
Por ahì me parecio ver a Teresa Stratas...
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