lunes, 24 de diciembre de 2007
25 de diciembre
domingo, 16 de diciembre de 2007
Aborto I
Sin embargo, ella ahora usaba su pecho como almohada; se acurrucaba entre las matas de pelos. Enterraba sus delicados dedos en ese bosque negro, como si los vellos se los probara como anillos. Él ya dormía. Llevaban ahí ya más de siete horas; Luis estaba extenuado. Ahí, en ese hotel retirado, ellos reposaban de la pasión que secretamente los estuvo consumiendo durante todo ese tiempo. Sobre todo a Catalina, quien tantas veces lo había negado. Pero no puedo traicionar a su corazón por más tiempo. Y, pese a que el recuerdo de la mirada de Ernesto la escrutaba y la sentenciaba, nada pudo impedir que esa noche desatara su pasión muy lejos de los ojos de Ernesto. Él debía estar en esos momentos cruzando los Andes, directamente a Santiago de Chile. Haría una parada rápida ahí. Pensaba en las cosas que él le podría traer de Buenos Aires. Los saludos de los amigos y las demás cosas que ella le había puesto en su detallada lista.
Su cabeza aún estaba muy confundida. La imagen de Ernesto se mezclaba con la de Luis. Sus gestos con el rostro de aquél que le servía de almohada. Se le congeló la sangre y el sueño se le disolvió. Aún pretendía sentirse segura de que a Ernesto lo amaba, que lo amaba como a nadie en esta vida. Aún así, abrazaba a Luis y escuchaba el lento ritmo de su corazón. Esa noche no tuvo el valor de escapar de esa habitación. Tampoco lo tendría luego para escapar de la mirada de Ernesto, que parecía saberlo todo, que parecía leer la infidelidad en la frente.
Miró una vez más a Luis. Veía que tras el velo de sus párpados, sus ojos danzaban nerviosamente. Quizá estaba soñando con ella; quizá con Natalia, quien dormía en un lecho vacío suponiendo a su querido Luis lejos, en Arequipa, en un viaje de capacitación. Aquella sería la primera de demasiadas noches juntos, la primera de las muchas mentiras que tejerían. Casi al amanecer ella recuperó el sueño.
Cuando despertó, Luis ya estaba en la ducha. La ciudad de Trujillo ya había despertado hacía horas.
* * *
Luis ya tenía seis meses buscando trabajo y la suerte le había sido esquiva. Los primeros días de libertad los había disfrutado maravillosamente, despreocupado y muy confiado de que la suerte no le sería siempre escurridiza. Sin embargo, a medida que el tiempo pasaba y el teléfono se mantenía en silencio, la angustia le dejaba pocos momentos de paz. Ya ni con los amigos podía estar tranquilo, pues a veces lo asaltaba la terrible preocupación sobre su futuro; el dinero ahorrado se le iba agotando. Los últimos días había optado por el encierro en su casa. La casa de su familia, en verdad. Que ni era de ellos, sino que era rentada. Fue una decisión dura. Las carencias del hogar hicieron de una aparentemente sana decisión una tortura constante. Ni siquiera podía leer tranquilo en la sala de su casa pues la diatriba de su madre lo sofocaba. No le quedó más remedio que encerrarse en su cuarto para leer, escribir algunas cosas, o simplemente dormir. Quizás así pudiese soñar algo que le hiciese escapar de su sombría realidad, la cual le resultaba muy pesada e insufrible.
Un día, casi de milagro, Ignacio, un viejo amigo de la universidad –habían estudiado Derecho juntos–, le avisó sobre un trabajo en Registros Públicos. Si bien él había estudiado esa carrera, su larga temporada de inactividad le habían hecho reflexionar sobre la validez de aquella vocación. ¿Había él realmente nacido para ser un abogado? Ahora más que nunca, había puesto su vocación en tela de juicio. Sin embargo, ante la apremiante necesidad, no le quedó otra cosa sino aceptar la oferta laboral, para así tratar de olvidar tanto mal rato que pasó entre el desempleo y la forzada soledad a la que su ex-novia lo había lanzado.
No había necesidad de haber tenido experiencia previa en notarías o ser un genio en Derecho Registral. Solamente, tener los conceptos básicos muy bien aprendidos y en la capacitación recibiría la instrucción que hiciese falta para poder realizar bien el trabajo.
Al día siguiente, diez minutos antes de las ocho de la mañana, Luis estaba esperando a Ignacio a la entrada del edificio verde de Registros Públicos. Se entrevistó con una señora de trato amable, bastante mayor, que no cesaba de mirar su currículo y preguntarle cosas sobre la universidad. A cada respuesta que Luis daba, la señora fruncía el ceño, como si desaprobara lo que escuchaba. Sin embargo, le dijeron que volviese al día siguiente, que ya empezaría a trabajar.
El albatros - Charles Baudelaire
viernes, 14 de diciembre de 2007
Wir lieben Maja (Ein klein Abschied)
Nada que ver contigo, tierna Maya. Estas abejas eran muy posmodernistas. Muy s. XXI, muy Fukuyama, muy Disney, muy download of this page. Muy tierna a veces, tan leguleya en otras, terriblemente neoyorquina en muchas oportunidades. Tan Seinfeld, tan gringo, graciosa sí, pero tan de ahora que no hacen más que agigantar el vacío que has dejado, Maya, al menos en esta parte del Hemisferio Sur.
Un grito que no se escucha
martes, 11 de diciembre de 2007
Cuando pase el temblor
domingo, 9 de diciembre de 2007
Y los vi volver
A las tres de la tarde aún estábamos en peregrinación hacia el sagrado recinto. El tráfico en el cruce de Paseo de la República con 28 de Julio era imposible. Los fieles seguían llegando. Nuestá égira había finalizado. Miles de almas esperábamos a que se abrieran las puertas de nuestra meca. Los fieles oraban, otros tomaban ron, cerveza, fumaban hierba o tabaco. La cola era insufrible. Pérfidos infieles vendían cola por cinco soles. A veces diez. Ya tienen su sitio en el Infierno.
El sol no fue cruel (No seas tan cruel, sol), pero se colaba por una luna rota. Me preguntaron si me hacía falta vitaminas, y respondí que en la facultad de derecho me verán volver, pues ella usó mi cabeza como un revólver. Interpretaron los signos y tomamos un té para tres. No sin antes pedirle a una linda pericota que me tratara suavemente. Le mentí, le dije que era parte del jet set. Luego se fue con unos prófugos que escaparon a través de una persiana americana que en la cúpula habían dejado abierta mientras entre caníbales hacían el rito de tirar un hombre al agua luego de haberle quitado su corazón delator.
Otros esperaron al séptimo día para escuchar su canción animal. Otros vivieron esta primavera cero como si fuera un picnic en el 4B... no doy más.
Maldito sea el Dúo Ayacucho, malditos sean los que intentaron que luego tocara Max Castro. Por suerte, no tocó, pero nos soplamos de pie cinco horas para luego escuchar a Soda (Sooooooooooooda, Soooooooooooooooooooda). Aparecieron al final, a las nueve de la noche mientras comía mis ocho morochas por el módico precio de un sol cincuenta. Casi sin telón Soda salió, el Juego de Seducción empezó.
Salté, grité, aullé, me quedé sin voz. La gente saltaba como una rana, Cerati reventó el escenario, por un momento, me hubiese imaginado pensar que él bailaba entre nosotros, admirando desde lejos del escenario a la leyenda de Soda apoderarse de la noche limeña. Ver gente desde 15 a 40 años saltando, haciendo telequinesis. Valió la pena la espera. Valió la pena llegar a la mitad de Signos (el sector) y ver cómo el Estadio Nacional iba llenándose de a pocos, cómo los celulares se prendieron a la orden de Cerati y cuando él dijo "hermosuras totales" (me ruboricé). Valió incluso la pena salir sin sangre en las piernas.
Hoy, séptimo día, tocarán de nuevo. Espero que el concierto de hoy sea tan bueno como el de ayer. Gracias totales, Soda.
Fotos de la web de El Comercio.
sábado, 8 de diciembre de 2007
Entremés
viernes, 7 de diciembre de 2007
Un día que me asomé a ver... Ricordate di me
jueves, 6 de diciembre de 2007
Por si preguntan...
martes, 4 de diciembre de 2007
De fruta madre
lunes, 3 de diciembre de 2007
Rey del Mundo, hasta las 9 de la mañana (oro sólido, oro sólido, oro...)
domingo, 11 de noviembre de 2007
Maldita necesidad de soñar
If you rescue meI'll be your friend for everLet me in your bedand keep you warm in winter
Nada de dones por este año
domingo, 21 de octubre de 2007
Chubaquita returns
El Censo
C'est comme ça
Este video es de puta madre. Nótese la presencia del Maestro Chubaquita, y pensar que él nunca nos mencionó este episodio de su vida.
Con ustedes... "C'est comme ça" de Les Rita Mitsouko.
Letras criminales
domingo, 14 de octubre de 2007
El mar, los placeres del mar
¿Cuál sería la ruta de escape más recomendable? La única pues: desde Tingo María tomé una combi que bajó por toda la avenida Colonial. En el camino iba pensando que no era tan cercac omo yo creía, pues la combi se tomó sus buenos 35 minutos en llegar hasta Chucuito, tiempo que me sirvió para leer un poco, conversar con M., que fue conmigo al puerto y a reírnos de muchas cosas que solemos compartir dos personas bastante rayadas y hastiadas de la sabatina rutina laboral.
lunes, 8 de octubre de 2007
Bueno... octubre otra vez
domingo, 7 de octubre de 2007
Lector en coma (Radio Ciudad Perdida)
sábado, 6 de octubre de 2007
Loco por ti
No había muchos vídeos, puse solo dos, cortitos nomás.
y...