domingo, 16 de marzo de 2008

¡Apágalo!

A Lima le cuentan el cuento y le meten el dedo, mientras ella, sonríe salivosa y oligofrénicamente cuando a las nueve de la noche Magaly Medina hace su entrada triunfal entre estiércol y malolientes llagas.

Ella, reencauchada, sonríe a las cámaras, con las tetas otra vez (contra Newton e inclusive Einstein) en su lugar, el que ya hacía tiempo habían abandonado (el mito del eterno retorno), es decir, todos vuelven; la sonrisa plastificada con celofán y bien cosida a la nuca, para que no pierda el brillo durante la noche

Ahí empieza la función…

Yo no veo fútbol. Mucho menos me interesa quién diantre juega en tal o en cual equipo; lo que sé de César Vallejo es por lo poco que he leído y que murió en París y no se corrió, que hay una universidad y un equipo de fútbol que llevan su nombre en Trujillo (además de una academia en Lima, pero no cuenta) y que la casa de un tío mío queda cerca de la avenida Larco de esa ciudad, a unas pocas cuadras del dichoso campus.



Así que si alguien me venía a hablar de un tal Tenchi Ugaz a mí me iba y me venía, si se había casado con Sara Manrique, bien por él,
si le sacó la vuelta con una tramposa de por allá (Trujillo) a mí me daba igual: "no me va a llevar a la riqueza ni a la pobreza". Pero a Magaly sí. Y a costa de hacerle una lobotomía masiva a toda la población, pobre (en educación) y siempre maltratada.

Son… ¿cuántos cuentan ustedes? ¿Dieciocho?, ¿cuarenta?, ¿ciento ochenta y siete años de depredación cerebral? A las diez de la noche, por avenidas de nombres tan norteños, un Honda deportivo: él. Ella, despampanante y carnosa, esperaba ansiosa el encuentro, y se lo hizo saber con todos los besos que le dibuja en los labios con los suyos, que estaban hechos de fuego. Y desde aquí más paleteo, baba, sangre concentrada en pocos centímetros cúbicos y la jocosa broma de los urracos cuando los valientes guerreros entraron al campo de batalla; yo pienso en el yítulo de una película: "sin lugar para los débiles".

De ahí lo de siempre. Magaly rayó en sintonía: hizo más de veintitrés puntos. Salió Sara y lloró y acusó; salió Tenchi y pidió perdón, creo que también lloró; salió la jugadora de otras canchas (y de otros estadios) y dijo ser
una madre sin remordimientos. La ciudad perdió trillones de neuronas y sufrió de una deshidratación salivante.

Lo que les cuentos, ojo, no fue porque vi el programa, no. Solamente leí los diarios y algunos
otros blogs que me informaron de que el 'rialiti' show iba a ser llevado por la gran Sarita hasta la denuncia, porque esto había sido una confabulación, un andamiaje para traer abajo su matrimonio. Salud, Sarita. Quizás algunos escritores te crean, o no, ni siquiera hace falta creerte, simplemente hace falta algo de imaginación para hacer de tu historia una especie de Atonement chicha. Total, dicen que los escritores hurgan por cualquier lado.

No queda, señores, otro remedio que apagar la tele, desaletargar esa cosa que en la cabeza les pesa (entiéndase cerebro, no cuernos) y ponerse a leer al menos los diarios on-line. Lo que sea, pero apaga la tele. Ay, Lima, qué triste se ve tu encefalograma.

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