viernes, 28 de marzo de 2008

Eres pecadora, mujer pecadora

Amy Winehouse acaba de salir de una clínica de desintoxicación, Pepita acaba de tomar la segunda dosis de la píldora del día siguiente, la empresa de un ricachón acaba de absorber una gran empresa que andaba mal de números, y dejará a muchos en el desempleo, Alan García miente sobre la inflación, Yanacocha sigue contaminando, Bill Gates se rasca el huérfano derecho, acorde con su tendencia política, Un profesor de una universidad X acaba de experimentar con células madres.

Todos los involucrados en todas estas acciones se irán derechito hacia abajo. Sigan la flecha.

La nota en
Caretas dice así:

Los católicos tienen la confesión; los judíos, el psicoanálisis. Se le adjudica la boutade a un judío (Woody Allen), pero la suscriben algunos católicos: la confesión es preferible por ser gratuita y divina. Es decir, celeste aunque cueste.


El sacramento de la confesión, tal y como se conoce actualmente, no aparece en el Nuevo Testamento. Para Pedro (2:5-9), todos los creyentes son parte de un “real sacerdocio”. En ese sentido, la instauración de siete nuevos pecados es –para un católico practicante– la aparición de siete nuevas oportunidades de acercarse más a la gracia de dios mediante la confesión y consecuente expiación. A más pecados, más devotos, pues el pecado no preexiste a la ley divina. Pablo (Romanos 3.20) lo plantea así: “Nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; más bien, mediante la ley cobramos conciencia del pecado”. LQQD: la palabra de Dios echa luces sobre el terreno gris y permite identificar la mancha, el pecado. Sin catorce pecados capitales, catorce confesiones se pierden. Las confesiones están aseguradas, porque además hay que sumar el pecado transferible por herencia: el pecado original. El pecado original es como ese corte de amarras con la madre: el ombligo. Aparece al nacer y no discrimina. Adán, por supuesto, carecía tanto de pecado como de umbilicus. Tras la expulsión del paraíso, el pecado original es transmitido de padres a hijos. Para algunos analistas, la aparición de siete nuevos pecados –secundando a los que el Papa Gregorio I impuso en el siglo VI– es una señal de que la Iglesia Católica busca aggiornarse para afianzar las ataduras del rebaño, a la vez que sale a pastar nuevos fieles.


En La Vanguardia puedo leer esto:

El arzobispo Gianfranco Girotti sintetiza dichos "pecados sociales" en estos siete: las violaciones bioéticas como la anticoncepción; los experimentos moralmente dudosos como la investigación con células madres; la drogradicción; la contaminación del medio ambiente; el contribuir a ampliar la brecha entre los ricos y los pobres; la riqueza excesiva; y el generar pobreza.



Esos son los nuevos pecados que atormentarán la conciencia de los católicos. Al parecer, alguien está interesado en amarrar bien a las ovejas del rebaño que han querido escapar. Bueno, y ahora ¿quién se salvará de no caer en esta nueva lista de pecados? Acorde con estos nuevos tiempos, hasta los pecados han tenido que modernizarse y tener ahora un condición de ‘colectividad’, para proteger a aquellos de las acciones de estos pecadores, que tanto mal hacen a la sociedad, sea esta la que sea, con sus acciones egoístas que dañan también el plan de Dios con el Hombre.




Y como dice Caretas, la confesión está asegurada. ¿Quién no ha caído alguna vez en estas acciones? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, pero asegúrese que no sea un caparazón de tortuga o el refugio de algún anfibio en vías de extinción.

Me pongo a pensar en la pobre Amy, no merecería irse directamente para abajo. Hay veces que a uno le tienta ser abogado, pero esa es la forma más segura de asegurarse un boleto para abajo.


Un vídeo más de mi pecadora favorita.


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