miércoles, 12 de marzo de 2008

[Sin título]

Despierto con la sensación de que alguien ya apretó el botón y moriremos todos carbonizados. La tetera silba haciendo que la voz de Raúl Vargas casi no se oiga. La radio-despertador ha seguido sonando desde las cinco, muy lejana, en el cuarto contiguo. Mi hermana está a punto de irse a trabajar.

No puedo explicarme esta sensación de vacío que me sienta sobre esta silla a escribirlo, con la certeza (que no sé de dónde llega) de que esta es una buena forma de conjurar ese mal. Antes de que el corazón cruja como hoja seca de otoño.Una de esas raras cosas que suelen pasar cuando a uno se le enfría el pecho.

Por cierto, ayer fue una noche algo calurosa.

Lástima que no soy poeta, porque toda esta sensación de orfandad podría haber conducido a algún lugar algo más concreto, pero no, no suelo dibujar palabras en el airey u olvidarlas regadas en un jardín de papel. A veces solamente las junto como un ramillete y s las regalo a la primera sonrisa que me visita.

En verdad, ya quiero que sea otoño.

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