lunes, 22 de diciembre de 2008
Tonterías
Las que me vienen a la cabeza mientras orino, y las que orino pensando que deberían quedarse solo en mi cabeza.
Las que me soplan los hombrecitos verdes.
Las que yo les soplo a los hombrecitos verdes.
Todas esas huevadas de ser escritor.
Todo eso que me aleja de este sino.
El anuncio en la pared de la esquina de mi casaa.
La cartelera del CineStar.
La cartelera de cualquier cine peruano.
El cine peruano
Un cuerpo desnudo, de Lombardi.
La cara en el espejo
la cara sobre el váter, vomitando.
mi cara vomitando
mi cara haciendo el amor
mi cara sobre el plato de comida
mi nostalgia viéndote partir
la estúpida idea de ser alguien
viernes, 5 de diciembre de 2008
Resumen de los daños
Cuando me reincorporé mi vida seguía donde la había dejado. "Mierda", dije, "¿por qué no puedo cambiar de canal?". En fin... repasé: César Aira, Cómo me hice monja, Roberto Bolaño, Entre paréntesis: Bolaño hablando bien de aquella prosa, de su nouvelle, ya mencionada, la que leí con fascinación hasta que llegué al final. Mal final, la verdad. En todo caso, un final desconcertante, que no tiene mucho que ver con el cómo fue sosteniéndose la narráción hasta antes de que llegara a la página 70. (Mi ejemplar, de Estruendomudo, tiene 79 páginas.)
Claro, estamos hablando de una muerta (o muerto) que narra cómo se encontró cara a cara con su asesina, luego de pasar una serie de peripecias propias de la edad que el(la) protagonista tiene: seis años, y muchos más dentro de su imaginación. Lo fascinante, al menos lo que yo encuentro de fascinante de esta obra de Aira es su poder de poder encerrarte dentro de la atmósfera que pretende crearte, ahí, te atrapa y te jodiste, no hay salida posible sino la muerte. sí, como la(el) protagonista de la novela. Quizás por eso me cae tan mal el final. Porque yo aún no quisiera morir, al menos no como lo propone Aira, quien aquí ensaya una suerte de autobiografía del que en la feria del libro Ricardo Palma denominó "el año más importante de su vida".
Sobre aquella feria, por cierto, tremenda vergüenza ajena que pasé luego de que lo presentara Álvaro Lasso. Un buen grupo de señores, mayores ellos, habían ocupado los primeros asientos del anfiteatro Chabuca Granda, del parque Kennedy, donde fue la presentación de la edición peruana de Cómo... No conocían en absoluto quién era Aira, mucho menos habían leído página alguna de la novelita que se presentaba. Y tuvieron la frescura de preguntarle "¿por qué reedita un libro que escribió hace casi veinte años?", "¿usted tiene pulsiones homosexuales?".
Yo tampoco sabía de su obra, soo me constaban las palabras que Bolaño había escrito sobre Aira en Entre paréntesis. Las que son buenas, dicho sea de paso... en fin, para la anécdota.
Pueden hacer clic aquí para leer on-line la novela.
Aquí la entrevista que salió publicada en Porta9
Segunda parte...
miércoles, 3 de diciembre de 2008
De entre los muertos
sábado, 3 de mayo de 2008
No es más que un hasta luego
viernes, 25 de abril de 2008
Más sobre Wata en el Británico
HABITÓ ENTRE NOSOTROS: JOSÉ WATANABE & POESÍA ACTUALLa nueva poesía peruana rinde homenaje al poeta trujillano José Watanabe, a un año de su desaparición física, con una lectura de poemas del autor así como poemas propios. Además, este ciclo nos dará luces sobre las audaces experimentaciones de algunos autores de la costa norte y sierra sur, quienes discernirán sobre los nuevos criterios y derroteros que caracterizan la nueva sensibilidad en la poesía.
Tema: Tributo a José WatanabeParticipan: José Donayre, Héctor Ñaupari, Willy Gómez, Arianna Castañeda, Salomón Valderrama, Johnny Barbieri, Andrea Cabel, Matilde Granados (Chiclayo) y Stanley Vega (Chiclayo).Modera: Miguel Ildefonso.Interpretación musical de poemas de José Watanabe: Karen Bernedo
Lugar: Auditorio del Centro Cultural Peruano Británico (Jr.
Bellavista 531, Miraflores)Hora: 7:30 p.m.Capacidad limitadaInformes: 447-1135 / 446-8511Ingreso libre.
Despidiendo a Watanabe
Mi amigo Edwin era amigo de Wata, lo quería mucho. Sin embargo, no le gustaba molestar, no por que se creyera algún clon de Martín Romaña, sino porque él es así, intenta pasar desapercibido. Y no solo eso, sino que el trabajo, que tiene hace años, lo ha apartado casi de todo, casi de todos, de los que solo conserva un recuerdo maquillado por el olvido de momentos agrios. Incluso alejado de quienes le dieron la mano. El trabajo es así, esta no es una justificación. Así que a él le sorprendió mucho más que a mí la noticia que de rebote (doble) recibió ese día, en pleno dictado de clases de la mugrosa academia que lo absorbe.
Cerca al mediodía yo le envié un mensaje de texto donde le avisaba que Watanabe había fallecido; dentro de la institución otro amigo nuestro le dijo lo mismo, pero él pensó que solo era una joda. Mi mensaje de texto lo devolvió a la realidad. Wata había muerto de cáncer en Neoplásicas, y sentí que él se culpó de no haber ido al menos a preguntar por su salud. Por eso me llamó a las dos de la tarde. Estoy dolido, dijo, él era mi amigo. Yo sé que lo fue, que él le llevó sus manuscritos y que el maestro le dio la mano y el apoyo para que se animara a publicar aquellos poemas de los que él tanto se avergüenza. Lo sé, se demoró muchos meses para enseñarme en qué parte de su estante de libros los tiene escondidos, así, con un gesto extraño del mentón los señaló. Y con una sonrisa infantil luego. Quedamos para encontrarnos e ir al velorio cuando se desocupara de sus clases.
Cuando lo encontré, subimos al taxi rumbo a San Isidro, mientras me contaba cómo conoció a Watanabe, y mientras trataba de contactar a otro compañero que dijo que iría a la iglesia de la Medalla Milagrosa. El celular no sonaba, parecía que no había señal. Sé que él conoce bien la obra del maestro. Yo no, pero la estoy leyendo, la leía desde antes de que él muriera, y pensaba en un futuro día en el que podría conocerlo y quizás robarle una dedicatoria a algún poemario, o al ejemplar de la Revista Ñ del Clarín, de Argentina, en donde una vez publicaron un poema suyo, en marzo de 2007, mientras Marlon y yo cocinábamos unas costeletas de cerdo.
Por cierto, era a Marlon a quien Edwin llamaba en el taxi. Cuando el flaco llegó, nos fuimos juntos los tres a darle nuestros respetos al maestro. Solo yo me quise acercar al féretro; a los otros dos no les vacila mucho la proximidad de la muerte, mucho menos de una muerte de alguien que aún podía haber producido tantos poemas más, y quizás consagrarlo internacionalmente, como ya estaba sucediendo, en España, con dos de sus poemarios, que fueron publicados allá, tanto así que hasta una necrológica salió en El País. Sin contar sus incursiones como guionista, director artístico y cuentista.
Pensé si habría algún narrador peruano contemporáneo que pueda también calificarse de esencial, mientras observaba a dos gamonales pavonearse delante de todos en el velorio, conversando con un tal Salcedo sobre caramelos verdes y mujeres ballenas, deslizándose a la salida luego de que una de las hijas llegara desde España a despedir a su padre, mientras confundía sus lágrimas con las de la segunda esposa del maestro, tan bella como la hija. Pero al ver ellos cámaras de televisión, aguantaron la rapidez de sus pasos, para dejar su testimonio para la pantalla chica. Edwin, que nunca quiere molestar, no quiso perturbar el sueño del maestro sino hasta casi el final, antes de irnos, se acercó y lo miró, creo que no le dijo nada, o al menos no vi que moviera los labios. Luego se acercó a nosotros, siempre como si quisiera pasar desapercibido.
Edwin y Marlon miraron unos momentos hacia donde descansaba el tío Wata y deciden que ya es hora de partir. La muerte es inapelable, incluso ante tanto amor. Dejamos a la hija y a la esposa que reciban el pésame de sus amigos cercanos, y nos vamos rumbo a la Salaverry, rumbo a la casa de Edwin, a conversar de cualquier cosa que haga la noche menos triste. Creo que Edwin nos invitó un yogurt.
miércoles, 23 de abril de 2008
T menos siete
Por suerte, tengo una mujer que me apoya... A ella, esta canción, je, je, je.
23 de abril
Migoya en Porta 9
lunes, 21 de abril de 2008
Happiness, de Orson
Esta canción es adecuada para despertar un domingo. Si quieren, hagan el intento. Sobre todo si se despierta con alguien angelical al lado.
domingo, 20 de abril de 2008
La noche del tiempo
Por eso lo tuve que enmendar. S. y yo nos fuimos a ver ropa para su primo que cumplía años al día siguiente. Yo no podía concentrarme dentro de la gran matrix de Traga-Falobella, recordé antiguas náuseas. Pero igual la tuve que esperar. Trataba de no parecer tan normal, y me esforcé. Me escondía detrás de cada maniquí que veía para tener diferentes ángulos de ella comprando. Todos aquellos ángulos eran escalofriantes, aterradores, ella era del tipo nato de compradora. Pensé en las leyes de la evolución, en los hombres cazadores, que cazan lo que haya, y en las mujeres recolectoras, que seleccionan cuidadosamente los frutos que llevarían a la mesa del clan. Ella analizaba cuidadosamente qué debería comprar. Yo seguía paseando entre maniquíes, espiándola, dibujando ochos con un pie, chequeando los precios.
Toto -Hold the Line
No es que sea muy hincha de Toto, pero recuerdo las mañanas de 1987, en Lima, cuando venía de visita, y el casete de alguien en la casa, que siempre sonaba con esta canción. Casete que recuperé años después, pero que ahora se ha perdido en el tiempo. Dónde andará aquella indefensa pieza de museo.
Lo que queda de esas mañanas, de Ingeniería, de paseos con los primos a la Huaca Palau es esta canción, que ni exactamente de esos años, pero sí de esos recuerdos, de Beetle Volkswagen, 1973, rojo (no recuerdo la placa).
Señores, con ustedes, Hold the line.
sábado, 19 de abril de 2008
Lonche en el parque
Pero todos ellos son de Letras, la casa adoptiva, el mar donde van a morir todos los ríos. Disculpa las frases huachafas. A veces no las puedo evitar. Con ellos conocí esta ceremonia, incompleta siempre que no hubiera un buen tema del cual charlar por horas, hasta agotar el litro de leche, el galón de jugo, hasta que hiciera frío o dieran las doce de la noche. Lo primero que llegara.
Pero ya desde hace mucho que no soy universitario, y veo muy nebuloso el camino como para volver a las viejas andadas. Y aun así volviera, ya no sería lo mismo, pues con nadie dentro de ese nido de ratas he creado camaradería como para darme los lujos de caminar sin destino o ir a tirarle piedras al mar cuando el sol asomara somnoliento debajo de la nube de contaminación. Volver a la universidad no será para mí ningún motivo de nostalgia. Por el contrario, será un motivo de permanente angustia.
Pese a que tomé la decisión de vivir cerca de la universidad para intentar economizar en pasajes. Aunque esa decisión también fue tomada porque estaba cerca de mi trabajo. Mas mi trabajo se muda otra vez al centro, y lo que gano en felicidad de volver a la infernal calle Azángaro, lo pierdo al saber que mi pasaje se incremente en un 100%. Gajes no del oficio, sino de la vida. Por favor, pásame ese pan árabe.
No importa, esas cosas se pueden superar. Se pueden superar fácilmente, sin ponerse muy sabrosos pensando en que uno dentro de poquísimos años ya bordeará los treinta y que ya no se es el mismo mocoso de hace ocho años. Por cierto, hace dos días que se cumplieron ocho años exactos de mi primer día de clases en la universidad. No, no soy un rezagado de mi clase, el monse que no patereó con los profes para aprobar. No. Soy el que pateó el tablero, mandó a la mierda esa carrera originaria de ese lugar y se fue a condenar su alma en aras de la literatura. A la que, me avergüenza confesarlo, le estoy fallando mucho. Invítame un poquito de chocolatada.
Volver es simplemente una jugada estratégica, y porque la vida a uno le enseña a tragar mucha basura sin masticar.
Sí pues, hace tiempo que no comparto más que unas cuantas palabras entrecortadas con los muchachos, y nada más. Y contigo sería lo mismo si no fuera por estas escapadas que de vez en cuando nos podemos dar, en el poco tiempo que a mí y a ti nos queda. No, no creo que sea una pena, simplemente es algo circunstancial. Lo realmente provechoso de todo esto es el tiempo que conversaremos de nosotros mismos, total, sobre eso se dice que se construye algo, por más que ahora tenga más ganas de destruir… sí, no me volvieron a pagar. Tengo serios motivos para no volver a poner un lugar fuera de mi cuarto. Sí, ese también es un motivo, pero hay otros más urgentes. Ya te dije, ese también es importante para mí, porque es algo muy especial que me comprometí a darte.
Lo importante de esta vez es que tú estás más atenta a los detalles que a mí se me escapan sobre todo por apatía. Sí pues, apatía de no querer vivir. No me mal interpretes… es algo que no quisiera explicar ahora. Es solo preocupación y tú lo sabes. Una de esas veces que me abstraigo y no veo, por ejemplo, un cartel de una habitación en Pando III donde se ofrece hasta baño propio, ¿puedes creerlo? Bueno, bueno, ¿quieres ir a verlo? Vamos pues.
Si tú no estás
Sabes que estoy harto, sabes que puedo fundir mi hígado como si estuviera dentro de un reactor nuclear y provocarme un ataque de odio, como una erupción volcánica hedionda y muy rabiosa, pero tú calmas tormentas inimaginables, y haces que me ruborice de actitudes muy aparatosas y mías, muy afectadas o artificiosas, de poses que se convierten luego en rictus que quieren ser sonrisas.
Es ashí cuando me haces recordar que tú eres siempre mi última sonrisa.
viernes, 18 de abril de 2008
Señales de vida
Y el libro de Leonardo Aguirre, de reciente aparición, me ha hecho soltar grandes risotadas en los carros que tuvieron a bien transportarme estos días. Hablaré de eso luego. Ahora... Libiamo...
jueves, 17 de abril de 2008
Lágrimas de cortesía
Mejor, empecemos desde un inicio. Adán y Eva.
martes, 15 de abril de 2008
Mi pata L6
lunes, 14 de abril de 2008
Dos años y estos son los resultados
Tengo espíritu de buhardillero, pero esto no es París, mucho menos una fiesta, es Lima, y es una mierda, ese escupitajo no es al cielo, tampoco al lugar donde trabajo. Es solo retórica, barata, escuálida, callejera, putrefacta. Pero el espíritu lo tengo, y la rabia también, ahí no vemos cuando viva solo, dentro de pocos días, con frío, con hambre y sin internet. Lo otro a la mierda, pero… ¿y sin internet? ¿Por qué? Tranquilidad joven, joven padawan, aún hay solución para eso. Solo hay que esforzarse un poco más que de costumbre. No, no es la muerte, es algo más sublime, quizás. Alguien dentro del público dice disciplina, hay, la palabra causa un poco de comezón, urticaria, urinaria mejor, acabo de recordar que tengo que ir al baño… Toledo, espérame.
Con la conciencia ya tranquila vuelvo a estas líneas, sí, sí me lavé las manos, qué creen, si no, no agarro el teclado, habrasen visto, lisura, a prender fuego a dos velas a incinerar 731 días de Reo Libre, Náugrafo en la web, pero, a manera de autocelebración recordaré que:
En mayo publiqué un cuento que todos pensaron que era algo que le hice a mi hermana.
En junio publiqué una nota que me gustó mucho vivirla, en la Rue Azángaro del centro.
En julio recordé que alguna vez la vida fue color de rosa, pero guardad el secreto.
¿Cómo olvidar que agosto nos dejó un gran susto, gran dolor para otros en este mes?
Horrible mes el de septiembre, salud por eso.
En octubre me tomé un jugo gratis.
En noviembre empecé una relación que me hace soñar a veces demasiado.
Y por eso en diciembre era el rey, de la chatarra.
En enero me tomé un tiempo para volver al origen.
No solo vi a Collective Soul, también vi pandilleros peleándose, pero eso no era novedad.
Sin mp4, me dediqué a devorar la música que cayera en mis orejuelas, aunque doliera. Fue el mes de marzo el que más notas produjo.
Y en abril empezó una campaña urgente de búsqueda de casa.
Así llegué al segundo año de blogueadas y mongueadas, entré al ranking de Perúblogs, y ahora fluctúo por el puesto 348, aunque llegué a la increíble cifra de 302, pero fui tan piña que solo duró unas cuantas horas. En fin, a qué se deberá, no sé, la gente entra, lo veo en las cifras, pero no comenta, o sea que entra de champa y salen espantados… no los culpo.
Pero qué importa. Son dos años, y seguirán, aunque ya no tenga internet en casa. Hasta mañana.
domingo, 13 de abril de 2008
Reo Libre sigue buscando casa
Los días, últimamente, también se van volviendo un poco más grises, se torna de un aletargante color gris. Me está dando mucho sueño, debería ir a dormir y no despertar hasta la primavera y pensar que todos estos problemas son solamente espejismos de los últimos dís de sol de este extraño verano. No quiero pensar que seguiré escuchando ese nombre como si fuera un buenos días. Tampoco quisiera ver a mucha gente que nunca pedí conocer, eso incluye una larga lista que otro día daré en detalle.
Es más, ahora me iré a redactarla.
Quizás se mejor volver la mirada hacia 1990, 1991, uno de esos años sombríos, pero felices. Ciertamente, la memoria es muy nostálgica y tramposa: le pasa liquid paper a los malos recuerdos, dejando solo los imprescindibles, para poder vivir tranquilos. Sin embargo hay días en los que no puedo dormir. Una sensación de querer vomitar se sienta conmigo a la mesa y me coge los cabellos para que no pueda dormir, y me va susrrando cosas, me diciendo cosas, como cuando soñé que un bebé moría aplastado en una pista parecida a la avenida Tingo María.
Últimamente le tengo mucho miedo al llanto infantil.
sábado, 12 de abril de 2008
Dos de la mañana
Por si sientes frío... A veces las manos no bastan, aunque dibujen tu espalda con paciencia. Prueba con alguna fogata antigua, algún rastro de brasa, o con alguna almohada con cara de nodriza, con algo que te acurruque como un pecho amoroso. Hazlo mientras también cierro los ojos.
viernes, 11 de abril de 2008
Reo Libre Unplugged V recomienda
Rolling Fetuccini
jueves, 10 de abril de 2008
Bellatín en Porta 9
miércoles, 9 de abril de 2008
Sin internet, asado
Recuerdo las épocas en las que era asiduo parroquiano de la cabina que estaba a tres casas de la mía; tampoco tiene internet ahora. Y aún así tuviera, yo suelo ingresar a horas en las que ya estaría cerrada. Así que piñata, a seguir en mi clandestinidad.
Lo bueno de todo esto es que terminé de leer el libro de historia que leía sobre la época del imperialismo en Europa (1885-1918). La Europa que mutó de imperialista a democrática, en los imperios centrales murió… hace menos de noventa años. La democracia en las antiguas potencias europeas hegemónicas es, por lo visto, bastante joven. Y detrás de ella hay mucha sangre. Como ahora, en las repúblicas que siempre han estado relegadas en el mapa europeo. Hace menos de veinte que fue la última guerra balcánica, sin contar el conflicto de Kosovo… ¿Habrá cambiado algo en la actual Unión Europea?
sábado, 5 de abril de 2008
La bodega de las estrellas
"[L]as telenovelas han hecho una incuantificable contribución al proceso de convertir a grandes porciones de la población (de todas las clases) en seres que reniegan del homo sapiens, piensan dos veces al año (cuando compran regalos), creen que George W. Bush es iraquí y por eso anda en Bagdad como en su casa y están convencidos de que Alberto Fujimori ignoraba qué hacía su fiel y seguro servidor Vladimiro Montesinos. La telenovela es –no como género sino como experiencia concreta– otro modo de deshumanizar a la gente".
Fotocopia editores
S. quiere ir a leer estos textos, yo me doy cuenta que ya es imposible poder ver alguna de las películas que quería. S. propone entonces irnos, le dejé los cuentos antes de depositar en sus lindos labios un beso de despedida. La miro desde fuera y la despido por la ventanilla. Cuando la llamé unos minutos después me dice que los textos están llenos de errores. Algunos los había advertido ya.
Mientras, ya solo, esperaba el carro para mi casa, pensé en esto: Por un lado, hace poco vi a un tipo estirado, mocoso, aburrido (y al parecer posero) presentar una novela, presumiblemente igual que él. Algo contaba, pero no quise escucharlo: estaba haciendo Horacio con mis patas (chequeen la misma experiencia de esta presentación en esta interesante reflexión). La edición la había pagado su papá, y se sentía muy orgulloso de su hijo, o al menos fingía muy bien colgándose una sonrisa en el rostro. Papi le pagó el libro, así cualquier escribe. No sé si la novela sea buena o no. Por otro lado, un tal Manuel T. repartía sus cuentos en la cola del cine en San Miguel, esperando que el interesado le pueda dar a voluntad, yo le compré uno, a cincuenta. El patita me regaló dos más. Me quedé corto, debí ofrecerle más, por solidaridad al menos, en fin. Por lo visto, a él papi no le ha ayudado (y no me refiero a que haya pagado a la fotocopiadora por las reproducciones de su obra), él no ha tenido una presentación de su cuento, él se ha lanzado a la calle a ofrecerlo a la voluntad del que quiera leerlo. En la última hoja del fascículo aparece su teléfono de casa, para cualquier queja o comentario.
El tema de sus escritos era coyuntural, acerca de la inmigración masiva en los últimos años en el Perú. El novelista de la presentación quería hablar sobre el rigor mortis, creo. Los dos en su rollo, supongo que habrán creído hacer lo mejor. Sus público dirán si lo hicieron bien o no. Pero, ¿cuál de los dos tendrá una voluntad más fuerte para poder dedicarse a la tarea de ser escritor? ¿Manuel T. escribiría más y mejor si papi paga las ediciones? ¿El otro pensará en escribir si tuviera que "promocionar" un cuento suyo en la cola del UVK?
Pensaré en eso un rato más, mientras me gana el sueño.
viernes, 4 de abril de 2008
En vivo, desde el lugar de los hechos
Tengo dos notas para el blog en la máquina de lo que todavía es mi casa. Todavía no he ido para allá, ya quisiera colgarlas. Quise escuchar Don Giovanni, en lugar de eso escuché salsa, Francis Cabrel, DLG, James, Joy Division y el testimonio de Humberto Jara en el juicio a Fujimori.
Nakazaki, por cierto, es un recontra pendejo.
La conclusión más valiosa que he sacado ahora es apreciar más mi vida social, y mi espalda, que ya parece que padece de algo. Ah, claro, y que mil veces es preferible la hermosa canción Je l'aime à mourir de Francis Cabrel que la ruidosa deformación de su canción por parte de DLG. Hace diez años hubiese opinado distinto (de hecho, tengo un par de recuerdos rochosos atados a esa canción), pero ahora, algo más "francófilo" no puedo negar que la voz de Huey echa a perder esa canción. Y si se dan cuenta, no siquiera se saben el nombre del compositor del tema con el que lucraron (vean bien el detalle del vídeo).
Aquí la ya menos valorada (por mí) versión de DLG (Fragancia, menos mal que ya no "cantas") :
jueves, 3 de abril de 2008
Campaña: Buscando casa
Ha llegado el mes de abril, espérenme, que ahí llego. Ese día, al bajar del bus estaba no había nadie esperándonos. Los papás de L6 llegaron unos minutos más tarde. Mi mamá, mi tía Bertha y mi hermana llegaron después.
Supuestamente, llegaba para un trabajo casi seguro donde buscaban a un náufrago con mi perfil, pero un día después de haber comprado el boleto de regreso, me dijeron, desde Lima (yo mandé mi CV desde Córdoba), que ahí nomás, manito, estamos en contacto. O sea: me chotearon.
Misio, desempleado y sin flaca pisé suelo limeño, el peruano ya lo había pisado un día antes, cuando llegué a Tacna.
El cuarto que había dejado lo encontré con más cajas: habían comprado un refrigerador en casa. Y la soledad remarcada por una distancia de dos meses, que me hicieron sentir en una habitación que ya no era mía, en donde me puse a pensar, qué haría para ir saliendo del agujero. Lo bueno fue que retomé con fuerza el tema del blog, que este mes ya cumple dos años. Dentro de unos días.
Un año después de eso llega la hora de dejar esta casa, que fue a la que llegué cuando me mudé a Lima, es decir, en la que vivo desde el 3 de enero de 2000. No lo digo con nostalgia, lo digo con alivio y preocupación: por fin me voy… pero ¿a dónde? Estoy en
Es mi particular teletón para conseguir un hueco, una buhardilla parisiense, una trinchera en Verdún, lo que sea, y rápido. Lo que más voy a extrañar es que no sé hasta cuándo no tendré internet en casa. Espero que eso no signifique un alejamiento de este blog. Veré la forma de seguir publicando a diario, aunque sea un videíto. ¡Sí se puede! Seguiré enterrándome en los clasificados. ¡Qué viva la campaña! Salut.
martes, 1 de abril de 2008
Reo Libre Unplugged IV recuerda
La vida está llena de evocaciones de momentos, no precisamente los mejores, pero sí los que más firmemente quedan en la memoria. Para mí 1995 será siempre un año puzzle, donde tengo todas las piezas pero que siempre forman una figura distinta.
La música, dicho sea de paso, por esa época no era precisamente mi fuerte: escuchaba lo que cualquiera en una radio provinciana o en Panamericana (la Panamericana de esos años) podían pasar.
No sé si esta canción sea de este año, pero cuando anoche la escuché desde la pequeña radio del cuarto de mi hermana, regresé a trece años antes, cuando empecé a darme cuenta de todas las cosas de las que me protegió mi familia por tanto tiempo. La pubertad me atacaba furiosamente (que no es lo mismo que cinco dedos de furia, no) y la oscuridad de los atardeceres me sorprendía con el viejo uniforme plomo puesto: mamá andaba mucho de viaje. Lo que no dice nada malo de papá, en verdad, solo que... claro: es papá.
Él, como siempre, muy ocupado en el taller; yo aprendí a caminar de noche con los amigos. Y por donde iba, la canción de Fabulosos Cadillacs, Manuel Santillán, me acompañaba. tal vez solo por coincidencias... alguien por aquí me sopla que esa canción es anterior a 1995, pero eso ahora no tiene mucha importancia (aunque alguno ya dirá que el disco El león de LFC es del año 1992, lo cual es muy cierto). Para mí esa es una de las canciones que más escuchaba, al parecer, con tres años de retraso.
Con ella evoco ese año fraccionado entre una nueva soledad (esta vez influenciada por hormonas revueltas), el colegio en una nueva etapa, la sensación de haber aterrizado de poto en la legión de nerds y bueno... las primeras y terribles inquietudes del corazón.
Rastros de quien era yo, la misma persona de ahora, las tareas de medianoche, el cuaderno de historia al día, el acercamiento y aborrecimiento del álgebra, el temblor de septiembre, Gian Luca... en fin, cosas de mocoso. Ya pasó. Respira hondo.
lunes, 31 de marzo de 2008
Antes del supermercado
Ah, sí que arrecia el frío.
He cerrado la puerta e iré a pasar a ver si un poco de aire fresco me quita esta sensación de oxidación. No puedes abandonarte así, me dijeron, no puedes tirarte sobre la cama simplemente a querer que las cosas pasen. No seas cobarde, no seas huevón, no seas, no seas, no seas. Ya me cansé de no ser y también de ser. Estoy cerrado al público hasta nuevo aviso: salí a almorzar, regreso al a las cuatro de la tarde de cualquier otro día. Así que no se molesten en tocar la puerta. Caminar siempre me ha hecho bien.
La avenida está siendo reconstruida, mejorarán el malecón porque hacía más de treinta años que no había refacciones en él. Antes de que las hubiera muchos de los vecinos se habían quejado de los grandes huecos del asfalto y que la alameda se llenaba de fumones que daban mal aspecto al barrio. Sin mencionar los artistas locos que iban a calmar sus penas mirando el mar. Entre ellos ese que ha venido exageradamente abrigado, aquel que no deja de mirar hacia el mar, como si contara a las aves que vuelan sobre él, sobre las rocas que están al pie del acantilado. Dicen que la puesta del sol aquí siempre ha sido muy hermosa. Debe ser así. Lo que sí es verdad es que los fumones, como eran del barrio, no molestaban a los que vivían por aquí. Pero ahora todo está hecho un campo de golf y los tipos han tenido que mudarse, dicen que al pie del acantilado, el artista loco que siempre mira hacia el mar sonriendo pensando en Ribeyro y distorsionando su obra en su mente… “serían como la higuerilla”.
Piensa en alguien, cubierto así como está con ese viejo gabán, quizás busca rastros de un calor que ya no tendrá más. No ha dejado de fumar en toda la tarde. Ha mirado fijamente al mar. Está escarbando en su memoria, trayendo viejos recuerdos empolvados. Se nota, se nota desde aquí. Muy pocas veces se ha visto un rostro más lejano que ese, como si fuera un forastero en el mismo lugar de siempre, anclado en un tiempo distinto al suyo; su mirada se sigue el vaivén de las olas; las gaviotas han volado en círculos hasta que se fueron, con el sol.
Me he quedado dormida en el bus y he llegado hasta el mar. Eso no estaría tan malo de no ser porque soy demasiado nerviosa, y me delato de inmediato como nueva en un lugar. Cuando bajé asustada, di muchas pistas de que no tenía ni la más remota idea del lugar donde estaba. Repasé: sigo en la ciudad, en una zona que no conozco y muy cerca al mar, de hecho, estoy a su lado. Sé que sigo en la ciudad por los letreros de obras de la municipalidad. Por eso no me preocupo mucho. Ya es de noche y las luces naranjas hacen que la oscuridad contraste más con las superficies donde la luz refleja. Hay mucha gente en ese parque pero no debo parecer que no soy de aquí. Es extraña esta sensación de despertar y saber que está una perdida en medio de un lugar que no ha visto jamás. Pero si el bus que me sacaba de la casa de Pedro e iba hasta la mía pasa por aquí, de regreso debe pasar por los mismo lugares, así que será cuestión de esperar.
Muy discretamente miro el celular y veo que es ya casi las diez de la noche. Así que tendré que llamar a casa, pero no sé donde hay un teléfono cerca. Aquí en estos parques hay unos teléfonos públicos que no se ven muy bien. Si me acerco sabrán que ando más que perdida y si hay ladrones cerca me van a seguir hasta quitarme… qué traigo de valor, ah, sí: el celular. Caminaré como quien se va a ver el mar. El malecón no se ve muy bien, pero tendré que seguir por aquí…
Todo por ir a la casa de Pedro. Me he tomado muchas molestias por él, pero no he podido evitarlo. Daría lo que sea por un pucho… No he podido evitarlo. Está haciendo algo de frío, necesito encontrar un teléfono cerca, ya pasó, tengo que superar esto. Hay una persona ahí que está mirando hacia el mar, aunque hace ya un buen rato que no hay qué mirar. Quizás esté viendo como la luz de la luna se refleja sobre la superficie del agua.
–Disculpa…
–¿Ah…?
–Sí… perdona… me podrás decir dónde hay un teléfono cerca.
–Quizás ahí, mira.
–¿Ahí?
–Sí, esa es una bodega que también es locutorio.
–Ajá.
–Vas y ya, es el más seguro que hay.
–Ya… pero esos tipos de ahí… ¿no son peligrosos?
–¿Qué?, ¿ellos?
–Sí.
–Parecen, pero no te van a hacer nada.
–No creo que sean confiables.
–Ah…
–¿Te puedo pedir algo…?
–Ah…
–¿Qué?
–Nada… que me parece que me vas a pedir.
–Oye, sorry, no te quería molestar, es que tengo que llamar para avisar que llego tarde porque me quedado dormida en el carro y…
–Está bien.
–¿Perdón?
–Te acompaño.
–O.K. Gracias.
–Así que no eres de por acá.
–¿Cómo sabes?
–Tranquila… Acababas de decir que te habías quedado dormida.
–¿Y?
–Y supongo que en el bus con el que te pasaste hasta aquí.
–Ah, eres bastante rápido.
–¿Te parece?
–Digo, rápido con la mente.
–Ah… o sea…
–Que tienes agilidad mental.
–Ah ya…
–No quise…
–Despreocúpate.
–Sí, bueno, ya llegamos, gracias.
–¿Quieres que te espere aquí?
–No es necesario.
–Como digas…
–Aunque… Si voy a tener que pasar de nuevo por ahí…
–Entonces te espero.
–Oye, por cierto: soy Rosa.
–Hernán, mucho gusto.
sábado, 29 de marzo de 2008
Despiértame cuando pase el temblor
La tierra tiembla
Como para no dormir
Luego del 15 de agosto, uno teme que un temblor lo coja durmiendo o en pelotas en la madrugada. hace unos minutos un pequeño sacudón me sacó calato de mi concentración frente a esta computadora, justo cuando la quería apagar para ir a dormir. Ahora he vuelto al Blogger para comentar lo que ha pasado, Este temblor, calculo, habrá sido a la 1:40:58 am, según el reporte del Instituto Geofísico del Perú (IGP), que tuve su epicentro a 65 km al Sur-Oeste del Callao, y fue de 4.3 en la escala de Richter.
Fuente: IGP.
Esperando en el supermercado
Caminaba distraído, mirando las vitrinas llenas de colores chirriantes. En la puerta del baño lo esperaban. Él la vio que jugaba a contar los azulejos de la pared y se le acercó para darle un beso, calmado, medido, apaciguado, mientras que en los parlantes anunciaban alguna oferta de tubérculos. Mira, podemos ir a comer a una de esas mesas afuera del supermercado. Usualmente hay mucha bulla fuera: niños en los juegos, gente comiendo, clientes esperando taxis. Ahora solo hay un muchacho, y al parecer espera a alguien, pues mira constantemente su reloj. Él lo vio y agudizó su mirada; ella pensó que era porque había olvidado los anteojos en casa. No es nada, dijo él, es solo que me parece extraño que haya un silencio así en este lugar.
Hace algunas semanas que se habían iniciado las obras de construcción de una nueva pista en esa avenida, la que iba frente al supermercado. Eso había desviado el tráfico incesante de ahí y había hecho que una extraña quietud se adueñara del lugar. Ellos vivían cerca, pero no solían ir muy seguido a aquel supermercado, por eso les resultó extraña tanta calma. Yo creo que las ventas caerán si esto dura demasiado, dijo él con un aire de aparente preocupación. Ella abrió la bolsa y sacó el pan, las lonjas de jamón del país, y preparó tres sándwiches. Él seguía hablando de cómo le ha impresionado los cambios que hubo en Lima en los últimos años. Ella sonreía, casi como anticipando sus palabras.
Come, dijo, y él estiró el brazo para sacar de la bolsa una lata de refresco.
El muchacho miró una vez más su reloj y pensó que él tenía la culpa por haber llegado tarde. El tránsito, se dijo, la ciudad está imposible. Insólito lugar; movía los pies mientras tenía cruzadas las piernas y se recostaba sobre la mesa que tenía detrás. Pero aún estaba a tiempo. Un señor de barba y gorra llegaba llevando del brazo a un niño, el muchacho seguía mirando su reloj.
Se escuchó una breve risa de una mujer joven que salía del supermercado, él miró pero no era quien esperaba. La mujer salía del brazo de alguien más, con unas bolsas. Él le hablaba algo que le llamaba la atención; de vez en cuando sonreía por las ocurrencias de él y se sentaron frente a él. Seguían conversando y él señalaba hacia la avenida. El muchacho miró otra vez su reloj, sabía que había llegado tarde, pero ella aún estaba dentro del supermercado, quizás su turno aún no terminaba. Lo que lo preocupaba era la forma de cómo saldrían de ahí a tiempo para ir al cine. Las obras que habían empezado hacían unos meses habían desviado el tránsito algunas cuadras, así que era más difícil tomar un bus ahí cerca. Sin embargo no tenía alternativa.
El viento empezó a correr y él no pudo evitar mirar su reloj otra vez. La tardanza en este caso jugaba a su favor, porque acortó el tiempo de espera. Pero por qué me habría citado tan temprano, se preguntaba, quizás para ver si cumplía con mi palabra de llegar a esa hora. No, no podía ser, entonces le he fallado, quizás cuando salga me dé cualquier excusa para ya no salir juntos: me dirá que se siente muy cansada, que ha sido un día agotador y que sería mejor que le dejara ir a dormir. Ella pudo haber salido a las ocho, cuando se citaron, para comprobar que él estaba ahí, al no verlo, pensaría que él no la tomaba en serio, y tampoco tomaba en serio su palabra. Vio otra vez y la mujer tomaba de las manos al tipo que lo acompañó y le sonreía discretamente, sin la menor prisa, todo el tiempo parecía importa muy poco. Era una noche tranquila para ellos.
La pareja se levantó para irse, y antes botaron los restos de comida en un tacho que estaba cerca de las mesas. Eran las nueve y media de la noche. Alcanzó a escuchar que ella le dijo al tipo que le acompañaba que iría un momento al baño. Cuando entraba casi se choca con una chica de cabello oscuro largo y grandes ojos cafés. Vestía una blusa blanca y un pantalón negro de tela. El muchacho cuando la reconoció se levantó y alzó la mano para que ella lo pudiera ver. Era la segunda vez que la veía, la primera fue en una fiesta, en la casa de un amigo de ella, a la que por casualidad él también llegó. Bajo las luces negras e intermitentes parecía una chica bonita, pero ahora bajo la luz del neón era la mujer más bella del universo, sus ojos se fijaron en él como y se quedaron sobre él como dos lagunas inquietas.
Era tarde, estaban lejos, pero no puedo evitarlo. No sabría cuando la volvería a ver, en el cine solo perdería la oportunidad de poder hablarle y conocerla más. Así que le preguntó si quería ver el mar.